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jueves, 4 de diciembre de 2008

Tiempo de sueño

Hola… ¿Alguien me escucha? Mi nombre es Andrés.
Este hoyo es profundo y no puedo salir.
El frío aquí abajo cala mis huesos y si no veo la luz en los próximos minutos, comenzaré a escalar.

- Por favor, no creo que quieran dejarme aquí abajo, si es una broma, ruego que me griten… y que me expliquen cuando caí aquí. Supongo que no habrá respuesta; pues bien, me sentaré… insisto- gritaba Andrés con su cabeza buscando una salida – Si esto es una broma, por favor explíquenme de qué se trata.
¡Llevo mucho tiempo sentado!, ni siquiera puedo ver qué hora es. Me siento solo. Quiero un café. ¿Quién se llevó el frío?, Ahora quiero agua o helado.
No jueguen conmigo, tengo calor, sueño, me siento cansado y no veo nada-

Andrés bajó su cabeza hacia el suelo y logró tocar un pedazo de lata. Su cabeza manejaba ideas, pero todas tan claras como el hoyo.

- ¡Bajaré! – Dijo decidido – De ser una escalera, bajaré y veré qué hay, no perderé nada-

-¡Andrés!, tu soledad tiene una razón. Te ayudo. Esto no es un hoyo en sí, esto no es una broma, tampoco ha llegado aquí porque sí, ni te irás así como así. No hay de qué preocuparse. El tiempo no corre, ni de frío ni de hambre dormirás, pero tiempo es la petición, está claro, el tiempo aquí no existe. Debes controlar tu tiempo. Ha de saber que ésta es una demostración de bondad, ha de saber también, que será tu tiempo, será tu espera, quien debilite tu cobardía. Todo está en ti- Clamaba una tediosa y repentina voz, quien había acabado su discurso.

Andrés se sentó, no entendió del todo lo que a voz dijo, pero dedujo que no debía bajar. Y… ¿Si la voz era una broma? El perdido hombre bajó la escalera, con miedo, vio fuego, luces, rocas y cuernos.

- Ya, para, detente, por favor detente… debo parar. Ya sé de qué se trata todo esto. No entiendo lo que la vocecilla me dijo. Bajo y siento calor, existe pero no, el tiempo, despierto, me duermo y no siento hambre… Andrés, Andrés, como no lo pensé antes. Estoy atrapado y es por algo. Me arriesgaré y bajaré, aunque sea lo último que haga – Concluía Andrés.

Pues se acercó con parsimoniosos pasos ante aquella presencia con cuernos y saludó: “Hola Caballero, no me dan risa sus cuernos, sí me da risa esa capa, poco masculina; pero no vine a eso. Quería preguntarle algo; específicamente ¿Qué es esto?”
Pero Andrés cayó rendido al suelo: “¡Uff!, me he dormido nuevamente…
¡Cuidado, cuidado!, cuidado con el auto, cuidado.”

En ese momento, Andrés, quien estaba muy asustado por lo que le estaba sucediendo, se encontró aislado, sentado en una silla, ubicada en el medio de un caudaloso río. La voz comenzó a hablar, pero Andrés no entendía.

- No fue un sueño, fue un recuerdo – Dijo la voz y fue la única parte que el atemorizado joven pudo oír. Pudo ver su reloj, calculó seis minutos en los que reflexionó la situación en la que estaba.

-Recuerdo, recuerdo, recuerdo, recuerdo, recuerdo, piensa, piensa, era un recuerdo, debe ser un recuerdo, recuerdo- Fue tan intenso el esfuerzo que hizo el Joven por comprender qué significaba la palabra recuerdo en este contexto que entendió a que se refería la voz con aquella palabra.

El auto que vio Andrés al dormirse fue un mero recuerdo de un accidente que sufrió antes de caer al hoyo, en aquel, instante, desapareció de la silla en el río, despertó y se encontró parado enfrentando al carnudo; lo vio y le dijo: “Ya entendí, ¿La salida?” Corriendo llegó hasta el hoyo, con paciencia, se sentó. Una ventanilla en la superficie se abrió y una persona de blanca mascarilla le dijo: “Estamos listos”. Andrés se durmió y en su sueño subió la escalera, divisó un panorama y despertó.

-Despertó Andrés, despertó, Andrés, Familia… ¡Despertó Andrés! –

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones/cuentos-seba 2008)