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viernes, 30 de noviembre de 2007

Oculta algarabía

Yo sentado y ellos riendo. Tranquilos, en el segundo piso de la aledaña escuela.

Atento permanecía yo mientras jugaban. Me distraje, me di vuelta.

La pelota, sin cuidado, me rozó. Los miré; sus rostros, sus voces tratando de salir, de pedir, de gritar.

Solo sonreí y un pequeño ademán sirvió para entender. Les tiré la pelota.

Sonreían, agradecían, saltaban, continuaban su juego.

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

viernes, 16 de noviembre de 2007

Un pedazo de hilo

Era un vagabundo, se dedicaba a dar cátedras en parques y calles acerca de aspectos que él consideraba importantes a quien quisiera escucharlo
Nunca lo oí decir algo en lo cual no tuviese razón, sin duda era un sabio.
Ese día intentaba explicarme algo, no recuerdo qué, pero me entregó un pedacito de hilo y me dijo algo que una vez leyó: “Tenéis que comprender que la distancia más corta entre el hombre y la verdad es un cuento”

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007/ fragmento ensayo)

El ermitaño

Estaba convencido de que me preguntaría a mí.
La profesora tenía esa costumbre, comenzaba su clase y el primero al preguntarle siempre era yo. Ese día no había estudiado, pues pensé en que no quería obtener una mala calificación, por lo que astutamente me escondí detrás de los estantes que estaban al final de la sala de clases.
Encontré zapatos, antiguos rayados, bolsas, frutas, cuadernos y un niño.
Sí, era el niño del que todos hablaban y que nunca alguien había intentado verlo.
Por supuesto ya no era un niño, era un hombre, con un uniforme algo estrecho, sucio y maltratado.
Estaba sentado, con sus rodillas en el pecho y sus brazos afirmándolas.
Le pregunté que por qué lo había hecho. Él me respondió que por miedo a ser interrogado, además me aclaró que ha sobrevivido estos años por las manzanas que se lanzan los compañeros y que caen por debajo de los estantes.

-“Era un día martes, igual que ahora, la profesora Berta, que en paz descanse, me interrogaría. Tuve tu misma idea; me vine hasta este lugar y nadie, en todos estos años, me ha logrado ver. He sido silencioso. He visto pasar a muchos compañeros por esta sala. He tenido que tirar por debajo algunos balones y zapatos que caen aquí y ahora te veo, asustado y evadiendo la misma materia por la que arranqué hace 24 años. Es un pánico indescriptible, le ruego se quede conmigo, la vida aquí atrás es pacífica, seremos dos los fenómenos, tendré con quien lanzar los balones y hasta podríamos agrandar este espacio, ¿no lo crees amigo?, ¿amigo?” -Hablaba el ermitaño compañero

El asustadizo alumno que había esquivado la interrogación hace unos momentos se dirigió corriendo hacia el principio de la sala, dio las disculpas pertinentes y prometió no volver a hacerlo, pero tenía en mente un plan. Le pidió ayuda a cuatro compañeros para correr los estantes, ellos, con mucha disposición lo ayudaron, dejando al descubierto, entre mucha basura, un cuerpecillo cuya expresión era un terror evidente.

La profesora, asombrada por lo sucedido, lo invitó a salir de su hermético refugio, lo ayudó a levantarse y le ofreció la oportunidad de poder rendir su retrasada evaluación.


(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

Cabina telefónica

Apoquindo. Diez de la mañana, caminando, alguien llama…Providencia, diez y treinta de la mañana, caminando, cabina de teléfono, alguien llama….La Alameda, 11:23 de la mañana, me detengo, escucho, observo, contesto. ¿Hola?
Misterioso, nadie al otro lado. Cuelgo, diviso, sigo caminando.

(Cuento escrito editado y publicado por seba-ediciones 2007)

Ideas prestadas

Estaba soñando. Pudo salirse de aquella nube que encerraba esas escenas del sueño.
Se deslizó hacia una nube de otra persona que aguardaba ser infringida.
Husmeó por cada rincón del sueño con la intención de recolectar ideas para así tener un sueño más agradable.
Fue entonces que sacó de su bolsillo 2 bolsas de 20 metros cada una, todas de madera roja, en ellas depositó muchas ideas y se las llevó; adentro iba un retrete y muchas toallitas de mano…de diferentes colores y diseños.
Se deslizó nuevamente hacia su nube y se puso a ordenarlas.
En la vida real, tenía mucha sed… fue entonces cuando despertó en busca de un vaso con mucho agua. Regresó a su dormitorio y se quedó dormido profundamente.
Esta vez el sueño era más entretenido, había más escenografía y más donde desplazarse.
Se quedó con la idea del vaso de agua. Volvió 6 veces de la cocina hacia su recámara en busca de agua, todo eso en el sueño, se acordó en ese momento de las nuevas adquisiciones. Su fue hacia el excusado, lo ocupó 6 veces, solo halaba la cadena y comenzaba a secarse sus manos, cada vez que las secaba, lanzaba una toalla por el inodoro. El ejercicio ese, lo agotó y decidió sentarse en un sofá de cabezas de duendes.
Se sentía mejor, más aliviado, más repuesto.
Fue así entonces que despertó…aliviado y un tanto “ahogado”.

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

domingo, 4 de noviembre de 2007

Bajo el poste

-“¿Pan amasado?, a quinientos el kilito casero. ¿Cuántos quiere? Aquí está, que le vaya bien caballero. ¡Pan amasado, calientito!, ¿Pan amasado señorita?”
Ese era más o menos su pregón y su relación con los clientes, esa misma disposición, la mantenía las 6 horas de trabajo, las cuales desarrollaba en las calles, en aquel espacio del medio que queda entre auto y auto.
Dejaba una enorme canasta de mimbre en el suelo de la vereda, bajo a un poste de tendido eléctrico, llena de pan amasado y con un blanco cobertor de tela que mantenía el calor de la mercancía las seis horas de ventas.
Solía yo pasar en auto por aquella calle, puntualmente a las siete de la tarde.
Mientras veía un condominio nuevo de apretados edificios que se construían el la ladera norte de la avenida, observé una situación desagradable y que me impactó mucho.
Un caballero, de apariencia tranquila, sin ningún tipo de vergüenza, sostuvo con fuerza la canasta y se la llevó corriendo, adentrándose en un oscuro callejón el cual no dejaba ver a quien transitaba por él.
La señora, angustiada y cansada de haberle gritado muy fuerte al bandido y apenada por la situación, vendió la última bolsita de pan y dejando caer unas delicadas lágrimas, se dirigía hablando sola y con una clara expresión de rabia a tomar un bus que la llevaría a su casa.
Me fui pues, pensando en la situación, que al otro día ya se me había olvidado.
Eran las siete de la tarde y yo pasaba nuevamente por ese lugar. Mi mirada se centraba únicamente en el avance de la construcción, mirada que fue interrumpida por la presencia de aquel rostro que no se me había olvidado. Era ese ladrón de pan amasado, el del día anterior. La luz del semáforo daba verde, mi madre avanzaba y yo rogaba que se detuviese. No me hizo caso, bajé el vidrio y le grité a la señora que tuviese cuidado, que ahí venía el hombre de las manos rápidas.
Los reflejos de la vendedora fallaron y el ladrón nuevamente hizo de las suyas, llevándose otra vez la canasta.
La señora, en tanto lo siguió corriendo perdiéndose en aquel oscuro callejón.

Era miércoles, un día después del último incidente; para ser exacto eran las siete y cinco minutos. La señora que vendía pan amasado no se encontraba en su esquina, vociferando su armonioso pregón.
Me enteré por uno de los maestros de la construcción aledaña al callejón, quién escuchaba en una radio "Everybody Hurts" de R.e.m, en qué términos acabó la historia.

La señora, enfadada por el último robo, persiguió al ladrón hasta adentrarse en aquel oscuro callejón. No lograba divisar por lo menos la silueta de él. A lo lejos vio sus dos canastas, corrió hacia ellas pero, detrás de estas singulares canastas de mimbre, se encontraba el deshonesto individuo. Él comenzaría a darle explicaciones, pero no bastaron ni cinco segundos para que la preparada vendedora sacara de su blanco delantal un arma de fuego y le diera en el pecho. Su desesperación se hizo tal, que atinó a cubrir el cadáver con los cientos de panes que había en las canastas.
Se podía apreciar, la enorme cantidad de panes ensangrentados que había en el suelo.
La mujer, desesperada, pero a la vez, aliviada, corrió muy rápido, con una de sus canastas, muy firme en su mano derecha, arreglando su cabello y limpiando sus manos con los géneros que cubrían los panes.
Llegó a la esquina del callejón, donde ya había más luz, se sacó el delantal, respiró hondo y lo último que alcancé a ver fue una extraña cara de satisfacción.


(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones en conjunto con Eduardo. A 2007)

sábado, 3 de noviembre de 2007

El paseo de las cebras

Le encantaba esperar la luz verde para cruzar, de esa manera podía lucir todas sus virtudes, su elegante caminar, en el tiempo que demoraría pisar las 16 líneas del paso de cebra.
En los 12 segundos en los que lograba cruzar la calle se imaginaba que algún productor famoso, exitoso, pensaría desde su automóvil: “Pero mira que desplante, que elegante caminar, le silbaré para que venga hasta aquí y acepte trabajar conmigo en una importante campaña publicitaria”
Esto lo hacía a diario, después de ir a cualquier tienda, aprovechaba ese intervalo para demostrar que sus cualidades merecían ser vistas.
La producción se tornó excesiva, con el tiempo se volvió una obsesión y prácticamente la única razón que ella tenía para salir a las calles, era destellar con sus atributos que creía ella tener.
Nunca pensó en los riesgos que esto significaba; si tenía que dormir en la calle, o pasar todo el día cruzando pasos de cebra, lo iba a hacer. Había días en los que no regresaba a su hogar, por ende su producción se deterioraba y más llamaba la atención.
Con el pasar de los meses se volvió en un personaje típico; le llamaban “La loquita del paso de cebra”, sí la misma, la que pretendía hacerse famosa.
Se fue despreocupando de ella, se fue enfermando, se fue trastornando.
Tanta fue la curiosidad que causó en los medios nacionales que la mayoría de noticieros imploraba una declaración.
-“Sí, la misma, la denominada “Loquita del paso de cebra”, nos acompaña hoy día, en un despacho en directo para todo Chile y le preguntaremos justamente, a qué se debe esta situación, cuáles fueron sus necesidades, o tal vez intenciones para llamar tan fuerte la atención atrayendo así a los medios que por estos días se han avocado a cubrir esta noticia, que creo, nos interesa a todos, ¿no es así? ¿Qué nos puedes decir tú al respecto?”- preguntaba el desubicado periodista a la protagonista de la historia.
Ella, sin emitir ningún tipo de ruidos y menos de declaraciones, abandonó la entrevista; sus pensamientos eran muchos, cuál de todos más desordenado o confuso. Se iría en dirección a su hogar. En el camino trataba de no fallar, por lo menos sus botas no podían andar mal. Su caminar, su posición eternamente erguida, su mirada, su cartera, no podían fracasar.
Una de sus ideas se coordinó acorde a la circunstancia; se logró aclarar y concluyó en fin que la situación debía abortar.
Pero no podía finiquitar este asunto tan indignamente, así de rápido y para siempre.
Volvería a su casa con los pasos más delicados que pudo haber dado; manteniendo su mirada fija a los conductores quienes la miraban con lástima, su elegante vestido flameando como nunca y sonrisa resplandeciendo ante todo, en lo único que falló fue que cruzó con luz roja.

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

viernes, 12 de octubre de 2007

Recordatorio

-“Mira, lo que descubrí. Tiene hasta el 2092. Cuando tengamos 101 años.”-Dijo
-“Si, no lo voy a tener toda la vida. Lo cambiaré luego de hecho”- Dije
-“Pero déjame poner un recordatorio en tu celular, por favor”-Dijo
-“Además no vamos a estar ni vivos para entonces”- Dije
- “Igual, mira, ¡pasa!... Saludos de tu joven amigo, un recuerdo de la juventud y actual felicidad”.- Escribió.

Un hecho realmente sin importancia. Luego se bajó del trolebús. Comenzó a pensar que lo llamarían en 2 años más para presentarse en el servicio militar. Además pensó que tendría que ausentarse a eso porque pretendía estudiar.
Pasó el tiempo, Logró estudiar lo que quiso. Comenzó a irle muy bien, a ganar mucho dinero, luego se fue del país, participó en política, en reuniones importantes y sus momentos de felicidad aumentaron. Pero junto con ello, sus problemas. Se casó, tuvo 2 hijos, a los que quiso mucho. Tomás era un emprendedor. Augusto, en cambio, no tenía claro que hacer con su vida. Junto con Sofía, su esposa, eran su compañía más importante.
Una extraña enfermedad se adueñó de su cuerpo. Recién tenía 60 años, pero no importaba. Su vida era más importante. Una vez finiquitada la enfermedad, la cual le dejó serias consecuencias, comenzó de cero y trató de salir adelante, eso era lo importante, más aún, cuando decía que tenía 3 razones importantes para vivir.
A sus 80 años siguió recibiendo premios, fue ese año en el que quedó viudo.
Su rostro inspiraba respeto y admiración, pero reflejaba también, un sentimiento de extrema pena.
Cinco años después perdió a su primer hijo Tomás, quien padecía un grave problema al corazón.
Publicó un libro con el que saltó de gran manera a la fama. A sus cien años fue cuando más el público lo aclamó.
Su felicidad se hizo tal que nuevos problemas de salud se presentaron nuevamente.
Decidió pasar sus últimos días en su hogar, junto a su familia.
Ese día, se encontraba muy enfermo. Su hijo Augusto, aguardaba a un lado de su lecho.
La chimenea encendía los últimos momentos de la extensa espera. El fuego, junto con Augusto aguardaban el momento.
Eran las ocho y quince de la tarde. El sol se estaba escondiendo, la temperatura comenzaba a descender, las luces comenzaban a apagarse y de pronto un extraño sonido salió de una antigua vitrina guardada en un oculto baúl. Era el celular.
Augusto se lo pasó. Él lo tomó, con ganas de recibir al fin ese momento, lo desbloqueó y con su última pena, lo leyó.
“Saludos de tu joven amigo, un recuerdo de la juventud y actual felicidad”.

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

jueves, 27 de septiembre de 2007

Maniquí

Ciertas cosas comenzaron a cambiar en su vida. La imposibilidad de atraer a alguien se hacía cada vez mayor.

-“Hola padre. Mire, yo se que no he sido una buena católica, pero… necesito que a través de usted, Jesucristo pueda escucharme”. Confesó

Mientras aguardaba sentada en una vetusta banca de madera y tratando de conseguir algo, concluía que quizás debía ella solucionar la complicación.

Aquella tarde, aguardaba tranquila, tratando de no pasar ningún tipo de disgusto.
Creía que, quizás unas vacaciones serían apropiadas.

Planeaba viajar prontamente, sin embargo, algunas visitas nunca antes hechas debía realizar.
El pasaje ya comprado, esperaba pacientemente ser usado.

-“La apariencia quizás es lo que falla” descubrió

Mientras pensaba adquirir luego, mucho ropaje, se preparó para obtenerlo.

-“Pero que bello. ¿Se le verá bien a mi padre?, no creo, pues a estos muñecos todo le queda bien, aunque, admito, esto es más entretenido de lo que imaginé.”-Expresaba.

-“¿Lo crees? Quizás puedas tu decirme ¿podrá vérsele bien a mi padre?” -Interrogaba al muñeco mientras curioseaba.

-“Ustedes los muñecos son bastante especiales. Son seres de otra naturaleza ¿cierto que sí?, Pues creo que no existe alguien en este universo que pueda entenderme. Y tú lo has hecho. He dado con la persona ideal”- eternizaba su monólogo.

-“Esperaré aquí hasta que ningún hombre de azul logre verme. Cuando diga “¡vamos!”, saldrás al lado mío, ¿bueno?
Discúlpame si te ofendí. Si necesitas ayuda, te cargaré para luego encontrar mi automóvil” –Insistía

Lo agarró muy fuerte de los brazos, luego trató de sacarle la ropa que podía caérsele. Por respeto a él no lo desnudó. Salieron pues, por la puerta de enfrente, la más grande. Prodigiosamente logró salir invicta. Su plan había resultado.

Le acomodó el cinturón de seguridad e iniciaron su largo trayecto a casa.

-“No sabía que te gustaba dormir así. Pero puedo pasarte uno de los de mi ex marido. No te molesta ¿cierto?” – Preguntaba ella, tratando de hacerlo sentir cómodamente.

-“Pero que rico poder despertar al lado tuyo. Casi ni te moviste. ¿Traigo desayuno?”- Ofrecía amablemente a su nuevo huésped.

Su felicidad comenzaba progresivamente a cambiar. Su sonrisa lucía. Su apagada mirada se prendía.
El tiempo hizo que ella olvidase sus problemas y claro está, el muñeco también otorgó un grado de responsabilidad.

-“¡Identificación! ¿Para dónde cree que va? Iba a exceso de velocidad. Él… ¿quién es?” Preguntó el policía alterado.

-“Mi marido, oficial. Le juro que íbamos a esta velocidad porque… porque va inconciente y necesitaba con suma urgencia llevarlo a un centro asistencial. Discúlpeme oficial”- Decía la mujer sin ni una facción de nervios.

-“Lo siento mucho señora pero, el muñeco se quedará con nosotros y usted será arrestada provisionalmente”. – Apeló el policía.

-“¡No!, por lo que más quiera, a mi marido no. ¡Por favor!, se lo ruego oficial. A mi marido no”- Imploraba ella, con un semblante totalmente angustiado.

Finalmente aquella noche en el calabozo y después de haber estado todo el día sollozando, se sentó en su lecho en el que comenzó a reflexionar.

-“Puede parecer un poco patética la situación pero, no he conseguido nada en años. Lo único que he logrado tener se fue con otra y con todos mis ahorros. Por fin encuentro la felicidad, la tranquilidad y me suceden estas cosas. ¿Seré yo señor?- Se preguntaba ella.

-“Muy bien señora, usted será puesta a cargo del quinto tribunal de la capital esperando que su situación mejore. Por lo pronto puedo informarle que todo estará bien y que su muñeco fue devuelto a la tienda de donde pacíficamente escapó.


(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Negación

Necesitaba un riñón. Su desesperación lo hizo perder la cabeza. Su hijo era compatible.
Su demencia y egoísmo llegó a asesinarlo. El riñón ya era de él. Con bolsas azules lo taparon, lo levantaron, se lo llevaron, lo enterraron.
El riñón ya era de él.
Su doctor se negó, la justicia se negó, el riñón se dañó y junto con él, el pobre enfermo, se murió.

(Cuento escrito, editado y publidado por seba-ediciones 2007)

Chofer de Máquina

-¡Última llamada!, Tren “Santiago-Puerto Montt”, ¡última llamada!- Vociferaba el conductor antes de la partida.
Elegante de la bota hasta la gorra, Se encargaba de llamar a los pasajeros, para conducirlos y al fin del viaje cortarles el boleto.
Fue siempre un conductor intachable, responsable y oportunidad que tenía, la aprovechaba para hablar de lo bueno que era trabajar para las empresas de trenes de Chile.

-Hola señora, adelante, su asiento es el 221, póngase cómoda, en un minuto le traeremos un refresco, o ¿desea otra cosa?- Era la actitud con que el conductor trataba a su público.

-Muy bien ¿nadie más?, Se cierran las puertas.- Dijo el conductor

-Espere, aguarde un momento, falto yo, no pueden irse sin mi- Decía una anciana, mientras trataba de caminar lo más rápido que podía.

-¡Oh!, pero por favor señora, las puertas se abrirán. Adelante, póngase cómoda, que partiremos inmediatamente rumbo a Puerto Montt. -Sacó un reloj de bolsillo y dijo: muy bien, ya es la hora.
¿Desea algún tipo de refresco?-Dijo atentamente El conductor.

Recuerdo que era un caluroso día en Santiago. La Estación Central estaba llena, como nunca. La gente alborotada corría en busca de un boleto para viajar. 14 de Enero, para ser exacto, ese fue el día en que compré aquel boleto, 14 de Enero de 1932.
Nos subimos en vagones separados con mi familia, pues no quedaban más asientos.

Tuve la ocurrencia de sentarme unos cuantos asientos más allá de la puerta de la locomotora. Ésta se abría constantemente. No se bien con exactitud donde íbamos en aquel momento, pero, ya todos dormían, excepto yo. Una conversación, extensa entre el conductor y el auxiliar era la que yo escuchaba.

- Un momento, tú me vas a escuchar ahora. Nadie, completamente responsable, sale de Santiago sabiendo que tenemos fallas con 6 ruedas y otras fallas motoras y no le avisa al resto. Menos a mí que soy, en este contexto, tu jefe. ¿Sabes qué podría pasar en el trayecto? ¿Sabes lo peligroso que puede tornarse esto? ¿Sabes que ocurrirá si este maldito radio no se enciende o no logra captar la señal? Muy bien, moriremos. Y ¿De quién será la responsabilidad? De un auxiliar que no fue capaz de avisarle a nadie de un asunto que me incumbe a mí y a 250 personas más.- Dijo ofuscado el conductor.

De todas las veces que había viajado ahí, jamás escuché a ese caballero alzar su voz de tal manera y menos para llamarle la atención a alguien. Algo raro estaba sucediendo. Mi estómago comenzaba a revolverse. Mi cerebro traía imágenes que podrían ser las últimas. Mi paciencia se estaba agotando. Cuando decidí levantarme y despertar a los pasajeros, el tren se estrelló contra un barrote de fierro pesado, la velocidad comenzaba de a poco a aumentar.

Un grito desesperado del auxiliar del tren alertaba a los pasajeros de que los últimos 3 vagones se habían soltado y que la locomotora iba sin frenos.

El conductor, algo más calmado salía de su cabina, para tranquilizar a los pasajeros:
-"Nada malo ha ocurrido y nada malo ocurrirá. Si este señor guarda sus palabras para una escena de película y ustedes detienen este escándalo, juntos podremos solucionar esta situación".

-¡Escúchenme ... por favor, silencio!, No necesitamos que este caballero venga a mentirnos y tranquilizarnos con tontos argumentos. Todos vimos y escuchamos que los últimos 3 vagones quedaron atrás. Ellos, aunque sean de tercera clase, ya están bien. Sin embargo, quedamos 50 pasajeros a punto de morir. Esto hay que solucionarlo.-Dijo una señora de apellido Undurraga, cuya única intención era aportar con tranquilidad y organización.
Otro fuerte golpe azotó al tren en ese momento. El cuarto vagón se había soltado.
La señora Undurraga le imploraba a Dios que se soltara su vagón. Su cara de pronto comenzó a desfigurarse.
La señorita Fernández De Milo, ya había caído rendida, desmayada al suelo.
Mi familia iba en el cuarto vagón.
Don Martín Balmaceda, un exitoso empresario de Santiago, un caballero, se le colmó su paciencia y corrió ofuscado a golpear al conductor. Esa situación fue algo patética. El conductor, sin culpa alguna, o quizás con un grado de responsabilidad, recibía golpes del señor Balmaceda.
El auxiliar, no soportó la presión, la culpa, la responsabilidad y el miedo, pues atinó a romper un vidrio del vagón que quedaba, para lanzarse, mientras el tren iba a toda velocidad. Lamentablemante vi como murió.
Otro tercer golpe dio contra el tren. La señora Undurraga creyó que nos habíamos soltado, pues no, habíamos impactado contra un auto que correctamente cruzaba la calle.
La velocidad comenzó a disminuir producto del impacto y fue ahí cuando el tren se descarriló. Un giro enorme dio el tren. La locomotora quedó pegada al riel. Nuestro vagón rodaba cerro abajo y toda la gente, lucida aún, rogaba auxilio.
La rabia mía por el conductor, aumentaba. Él se había quedado arriba, sano y salvo.
Nuestro vagón dejó de rodar y he ahí cuando una explosión sonó arriba en el cerro.
El conductor se había quedado atrapado, no pudo salir y la locomotora estalló.

Lo que había comenzado como un lindo y tranquilo viaje de vacaciones, terminó en una tragedia. Jamás supe que pasó con la señora Undurraga, o con la señorita Fernández de Milo o con el señor Balmaceda.
Desperté 2 días después en la camilla de un pequeño hospital cercano al lugar del accidente.
Había sido titular de por lo menos 4 periódicos. Todos lo comentaban.
Por supuesto, no quedé igual pero, vivo estoy, preguntándome la razón, hasta el día de hoy, de tal accidente.

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

miércoles, 29 de agosto de 2007

Alas

A veces la gente hace cosas que son irracionales tratado desde el punto de vista de alguien que quizás aún no pasa por eso.
Pero ¿qué pasa cuando empezamos a entender el por qué?
Esta es la historia de Francisco Javier Cousiño.
Hijo de padres separados. Excelente equitador, nadador, golfista y “volador”. Estudió en la mejor universidad de Estados Unidos. Ahí se desempeñó como economista. En su regreso a Chile conoció el amor: María Helena Errázuriz.
Francisco pertenecía a una familia acomodada, nunca le faltó nada, excepto el amor de su madre.
Vivió con su padre hasta que se tituló y se casó con María Helena. Con ella, tenía muchos proyectos, ganas de tener hijos y hasta pasajes para viajar a Europa.
Se hospedaron siempre en los mejores hoteles, comieron siempre en los lugares más lujosos, su núcleo social no era tan amplio y siempre colaboraban en actos de carácter solidario.
Esta relación era perfecta. Francisco en sus ratos libres tomaba su auto y se iba a un cerro ubicado en la periferia de Santiago.
Para relajarse y olvidarse de sus problemas laborales se instalaba sus Alas Delta y se sumergía en el más remoto pensamiento hasta su aterrizaje.
Lamentablemente no siempre le avisaba a María Helena que él saldría.
Ese miércoles 13 de Junio, ella necesitaba contactarlo rápidamente porque un socio de su empresa lo requería urgentemente.
Ella sin pensarlo tomó su auto y partió en busca de Francisco.
Iba desconcentrada, enojada, apurada.
No alcanzó a manejar sus reflejos, por lo que su auto, impactó fuertemente en una barrera de contención, volcándose y cayendo cerro abajo.
Francisco, aliviado, guardó toda la armazón de sus alas, bebió un poco de agua mineral y tomó su teléfono celular para tratar de ubicar a su esposa.
-“Hola Mane, espero que puedas escuchar este mensaje, solo quería decirte que voy camino a la casa y dígale a la María que se tome el día libre ¿bueno?, eso era amor, besos, adiós.”
Fue todo el camino escuchando la canción “Have you ever seen the rain?” De “The Creedence”.
Llegó a su casa, contento, feliz.
-“¿Amor?, ¿está por ahí?, María ¿ha visto a la Mane?
-“No señor, no la he visto desde que lo fue a buscar en la tarde”-Le respondió su empleada.
La señora maría regresó a la cocina donde se encontraba preparando un guiso de salmón y de pronto salió corriendo, gritando: “¡La señora María Helena!, ¡La señora María Helena!”
-“¿Qué le pasó?”- preguntó Francisco tratando de tranquilizar a la señora maría
-“La señora, la señora, camino a viña, su auto, se cayó, se estrelló, la señora María Helena, ¡se murió!”-dijo


Desde ese día que Francisco no pudo dormir nunca más bien. Su sonrisa se apagó. Las 2 presencias femeninas más importantes ya no estaban con él.
Su padre trataba por todos los medios de acercársele.
Francisco tuvo que despedir a la señora María, se cambió de casa y vendió el auto porque quería olvidarse de todo.
Desde ese día, Francisco no fue nunca más el mismo. Desde ese día que Francisco arma sus alas, se lanza al vacío y vuela por el cielo, tratando de estar cada vez más cerca de su amor.

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

Qué hacer en un día de paro

Todo empezó hoy en la mañana. Para hoy estaba presupuestado un paro de una organización de trabajadores, por lo que, el orden y la tranquilidad de Santiago se verían un poquito interrumpidos. Pero igual pasaban micros. El único inconveniente era que en la vía de los autos había un paro un poco eterno.
Llegué a mi colegio, luego de ver la Alameda con protestas, fuego y centenares de personas gritando.
Sonó el timbre de las ocho para entrar a clases; había menos de la mitad de mi curso. Llegó nuestro profesor de inglés. Él hablaba, hablaba y hablaba. Con Pancho organizábamos su cumpleaños que tenía más de 12 actividades para realizar en 2 días, todo eso entre muchas risas.

Sonó el segundo timbre de las 9:30, salimos a recreo, conversamos mucho con Juan Carlos, y ya venía nuestro profesor de filosofía quien no haría la prueba porque había pocos alumnos. Yo, ya aburrido de escuchar música, comencé a dibujar, pero quería dibujar en el patio y mi profesor es tan…permisivo, que me dijo: “bueno joven, salga a dibujar no más, pero cuando termine se entra" (como si me fuese a entrar).
En eso llegó Felipe y Armando, nos compramos dulces mientras yo terminaba mi súper dibujo.
Luego fui a la sala del 3ero F, ahí estaban tocando guitarra. Pasó un rato y me fui a mi sala con el Javier y Felipe. En ese momento llegó el sr. Salazar quien nos pidió acarrear unos libros desde la galería del recuerdo hacia el tercer piso del hall. Yo, como no conocía el tercer piso, accedí.
Llegamos, junto con Pancho, Felipe, Armando y 60 personas más a buscar esos libros. No entraba a la galería del recuerdo desde que iba en primero medio. En su interior había solo cosas antiguas muy valiosas. Entre todo eso se encontraba un álbum que decía “Funerales del rector Amador Alcayaga”; eran solo fotografías de un rector que pidió ser velado en el hall de mi colegio y que fue muy homenajeado en el cortejo fúnebre.
Más allá había un mueble de madera y fierro dorado, en su interior se encontraba un ánfora ¿de quién?, pues bien, pertenecen (sus cenizas) a un profesor de música y francés que murió hace casi ya, 30 años. Este profesor pidió que sus cenizas se repartieran por el Inba dejando su recuerdo plasmado en la historia de mi colegio. Esa historia me la contaron hace mucho tiempo y hoy, por fin, pude conocer su ánfora.
Me pasaron el montón de libros que tenía que llevarme, así lo hice 4 veces; desde el hall hasta su tercer piso por la entrada del patio verde, pero siempre que subía intruseaba un poco los diferentes lugares que ahí existen.
Mi vestón empezó a quedar con tierra así que lo fui a dejar a la sala, ahí me encontré con Felipe que andaba en busca de Cristóbal. Le dije que si quería ir al tercer piso. Nos fuimos muy rápido y encontramos un lugar en el cual solo hay un ascensor o montacargas y arriba de él una escalera que llega al último lugar del Inba, su “techo”. Subimos por ahí aunque daba un poco de vértigo, pero valía la pena. La vista panorámica de Santiago es espectacular desde ese lugar.
Una vez que nos aburrimos arriba, me fui al baño a sacarme la grasa de máquina que tenía en las manos, a lavarme la cara y mojarme el pelo.
Nuevamente y por última vez me dirigí a acarrear libros, en ese momento me encontré con Pancho y le dije: “Pancho, mira, la puerta hacia el antiguo internado está abierta, ¿vayamos?”
Con Pancho y "Palomo" (Aguilar), que estaba ahí también, dejamos los libros y empezamos a recorrer el tercer piso del Inba. Lo recorrimos como 3 veces. Había una pieza solo con colchones (La pieza saltarina); todos saltando encima de ellos, luego, más allá había un baño con una bañera con patas, un lavamanos y un excusado encima de una tarima del año 1900. Unas cuantas habitaciones más allá había una oficina que ya la habían abierto. Ese era el “famoso” taller de Arte de Julio Huenchunao, un Ex Alumno que se dedicaba a pintar y mi colegio le cedió un espacio para que realizara sus obras. El taller está abandonado desde hace como unos 10 meses. Con Pancho y Palomo nuevamente intruseamos y vimos que la mayoría de las cosas eran servibles (un reloj, mucho, mucho óleo, mesas, pisos de madera con cuero, estantes, 35 cuadros en óleo, pases escolares, audífonos, parlantes, llaves, mucha ropa, etc.), pero nada sacamos, al contrario, tratamos de cerrar para que nadie más ingresara. Subimos nuevamente al techo con Pancho y Palomo, lo recorrimos y bajamos pero, no nos iríamos tan fácilmente. Recorrimos denuevo el taller de Huenchunao, hasta que sentimos ruidos y arrancamos hacia el lado izquierdo del pasillo. Nos detuvimos en un lugar para descansar. En una muralla de ese lugar había 2 flechas. Una (la de la izquierda) decía “Camino a la muerte”, y la otra (la de la derecha) decía “Camino al infierno”. Pues decidimos tomar la opción 2; Camino al Infierno pero, estaba cerrado. En ese momento comencé a recordar que en un documental que se hizo acerca de mi colegio decía que antes el Inba funcionaba como una pequeña ciudad; tenía teatro, lavandería, carnicería, panadería, dentista y un hospital. Yo, ya conocía donde se ubicaba todo menos el hospital. Con mis amigos miramos hacia arriba y decía “Dr. Espinoza”, una sala más allá decía “Rayos” y la última decía “Sala operaciones”. Todo el mundo dice que en ese lugar han visto personas. Muchas historias se tejen alrededor de esos lugares. Lo cierto sí, es que, mucha gente murió en ese hospital (propios estudiantes de mi colegio).
La sala de operaciones estaba cerrada con un muro gigante, después 2 puertas y encima una tabla que la atravesaba. Con Pancho tratamos de sacarla, pero no hubo caso, solo soltamos la tabla. Logramos ver desde un pequeño agujero hacia el otro lado. Había un rayado que decía “Mal” pero entre cada letra había una cruz invertida.
Un verdadero laberinto es ese tercer piso, por lo que dije: “No debe ser la única entrada, deben haber más”. Efectivamente, una puerta casi cerrada, dejaba entrever que pasando un ventanal se podía pasar a una habitación aledaña a la Sala de cirugías. Nos introdujimos en ella, quebramos muchos vidrios que estaban votados y, sí, había una entrada, pequeña, pero había, hacia la sala de operaciones. Pancho puso una mesa para poder encaramarse y lograr pasar hacia la sala.
Una vez todos adentro nos dimos cuenta de que había una pizarra, muy antigua con rayados satánicos y la mayoría de las palabras estaban en otro idioma. Presumimos que, quizás algún tipo de secta se juntába ahí. Fotografiamos lo que más pudimos. De todas formas estábamos asustados, ese era el lugar estratégico donde morían niños.
Una larga lámpara de médico caía sobre una camilla; esos eran los únicos vestigios de hospital que quedaban.
Lo entretenido de todo esto, para nosotros, era el suspenso, esa intención por no haber sido pillados o descubiertos. Una vez que tratamos de salir, Pancho dijo: “Mira un nido, que lindo, mira”, Y mientras me lo pasaba, el pequeño huevo se cayó reventándose en el suelo. Fue como un aborto intencional.
No nos podíamos ir sin antes dejar algún tipo de registro para el recuerdo. Justo había un lápiz botado y pusimos nuestros apellidos y la fecha. Ya nos iba a tocar Filosofía nuevamente así que, corriendo nos fuimos, bajando por otra escalera, la cual era muy larga y oscura. Pero antes de llegar a la puerta, Pancho, el ingenioso Pancho, en un acto de venganza dio un grito muy fuerte para asustarme (porque la otra vez yo lo asusté en el Pabellón Suizo, solo que esa vez yo vi su cara y no salí arrancando)
La aventura terminó (luego de haber estado como 2 horas arriba) y nos fuimos a limpiar las manos y los zapatos que ya, más sucios, no podían estar.
Don Hugo nos dio la salida más temprano, producto de las movilizaciones en Santiago, me despedí de Pancho y Palomo, me fui con Felipe, Javier, Cristóbal y Armando y en el metro comenzaron a hacer un show, que, como siempre me da mucha risa. Armando hasta le cantó a un guardia (jajaja).
En fin, eso se puede hacer en un día de paro, sin profesores y con 10 compañeros.

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

lunes, 13 de agosto de 2007

Amelia

Era la última torre de la calle aledaña a mi casa, ahí habitaba una señora, de apariencia fea y solitaria. Se veía por su ventana una cantidad enorme de plantas en malas condiciones. La luz siempre estaba apagada. Salía con una botella de plástico a pasear.
Volvía muy tarde. Por las noches podía apreciarse una melodía de piano algo compleja.
Sus vecinos nunca reclamaron. Era la misma melodía a diario, pero, no cansaba oírla, era un espectáculo. Sus gatos salían a refrescarse a la ventana. La melodía se terminaba cuando la vela se consumía. Los gatos se entraban, la gente se acostaba, las luces se apagaban y la anciana…de la anciana no se sabía nada hasta el otro día.
Con el tiempo, luego de observarla, aquella anciana empezó a caerme bien.
Aquellos conciertos nocturnos de piano los esperaba con más ansias. Me quedaba a oírlos para luego acostarme. Ese día la anciana salió a pasear con su botella de plástico.
Decidí seguirla. –Disculpe, ¡hey!, usted… ¿Podría hablar con usted?- Le dije.
Fue un monólogo de casi dos horas, hasta que le dije: “…Y ya se ha hecho costumbre oírla en las noches, me encantaría oír esa melodía completa. ¿Podría ser mañana?
Ella esbozó una sonrisa muy humilde, muy cercana, queriendo expresar gratitud y responder que sí a mi inquietud. Ese fue el paseo. Nada fuera de lo normal, me entretuve contándole anécdotas, historias y tratando de robarle una palabra.
Ella entró lentamente al edificio, yo me despedí de ella y me fui a estudiar. Antes de que comenzara el espectáculo me asomé por la ventana a fumar el último cigarrillo del día.
La anciana, estaba en su ventana y nuevamente me sonrió. Comprendí de inmediato que aquellas horas en la tarde no habían sido en vano.
Apagué el cigarro, retomé mi lectura y la melodía comenzó.
Esa semana tendría que quedarme en la casa de unos amigos para terminar un trabajo.
Eché de menos, en ese momento, mi casa, en especial, la melodía que anunciaba que la noche comenzaba.
Al otro día, en la tarde, regresé a mi casa. Divisé la ventana de la anciana, algo extraño había. Faltaban plantas, no había gatos y las ventanas y cortinas estaban cerradas.
Crucé para preguntar por la anciana. Ya se iba a hacer de noche y el piano aún no sonaba.
-“Hola, discúlpeme, pero ando buscando a una anciana que vive en el piso de arriba.
¿La conoce?” –Le dije a un vecino

-"¿La señora Amelia? ¿Qué no supiste? Lo siento hijo pero, la señora Amelia falleció ayer, en la noche, cuando tocaba su piano. Me parece que era una melodía diferente".
No podía creer que eso estuviese sucediéndome. Sentí nervios, angustia y una especie de traición. Días antes le había pedido que terminase su melodía y me ausenté a su estreno. También sentí culpa, me habría encantado presenciar aquel acto.
Los días pasaron y alguien tocó a mi puerta.
¿Vive aquí un joven amigable y paciente que le gusta conversar?- Me preguntó un caballero de barba, muy serio.
-No sé, puede ser, soy el único hombre se esta familia, tendré que ser yo- Le dije
- Tiene un encargo de Amelia Fernández Löbric, quien ha estipulado en su testamento que le otorgará dicho piando avaluado en mucho dinero y que por ley pasará a manos de usted: "Joven amigable y paciente que le gusta conversar. Firme aquí por favor.
-En ese momento comprendí que me había perdonado.
Con el tiempo me interesé por el piano y antes de que anochezca, toco aquella parte que a la anciana le faltó tocar.

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

Disputa individual

Vivían juntos. No se soportaban. Él por su parte era tranquilo y culto, a veces solidario y siempre muy recatado.
Él, todo lo contrario, era desordenado, desinformado, egoísta y muy desagradable.
Alguien les dijo: “Tendrán que vivir juntos para siempre, acostúmbrate”
No lo podía creer. ¿Qué sería de él con alguien totalmente lo contrario?
Trató de hacer todo lo posible.
Un impacto de bala recibió en su estómago. -¿Qué hice?
-¿Aún lo preguntas? … Me mataste.
-¿Cómo?
-Hemos muerto, ¡estúpido!
-¿Seguirás? Continuaba él.
-Acostúmbrate
-¿Sigues ahí?
Ya nadie respondía… nadie. Su madre llegó para ver que sucedía: ¡Hijo! ¿Qué hiciste?
Otra vez con estos arranques. Si ya se fue, todo va a estar bien.

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

Callejón 521

Distinguí de lejos a mi familia. Una voz me hablaba constantemente.
No paraba de reírme. La voz solamente lloraba. Debajo de un negro toldo aguardaba su cuerpo.
Llovía como solo en ese día podía llover. Otra voz interrumpe mi bullicio. El jolgorio había finalizado. Me ubiqué acorde a la circunstancia.
Un cura balbuceaba frases que no entendía, a la vez dos señoras lo increpaban.
Fue un sueño extraño…

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

Se soltó de su mano

Íbamos juntos. Él era menor que yo. Con mi madre iríamos de compras. De pronto ella nos dice:-¿Les gusta?, ¡bien lo llevo!
Y ¿tu hermano?, ¿Dónde se metió?
Jamás se lo dije pero, yo lo vi. Entre tanta gente, logré distinguirlo, Iba de la mano de alguien, angustiado, apenado.

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

Debí haber hablado

Se fue de casa, ¿Ya no hay nada más que hacer?
¿Nadie le dirá algo? ¿Nadie lo detendrá?
Así fue. Nadie lo hizo. Todos lo olvidaron. En su momento todos opinaron.
¿Quién era yo para entrometerme?
Simple, cuando no existe voz, tampoco hay voto.
Y nadie supo de él nunca más. Nunca más se tocó el tema,
-Esto jamás pasó -dijo mi abuela. Y así, pasó el tiempo. Aquel sentimiento ha sido la peor frustración que me ha tocado vivir.
Y si hubiese opinado…quizás no estaría aquí pensando...

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

lunes, 30 de julio de 2007

Cometa Halley

Nació en el día en que el mundo lo vio
estudió en su vida cómo pasó
creció sabiendo que no lo vio
vivió creyendo que un día yo
diría riendo…ya no pasó
con muchas ganas él lo esperó
pues murió en el día en que el mundo lo vio

(Escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

sábado, 21 de julio de 2007

En el camino las recogí

Las sacó de su bolsillo izquierdo lanzándolas al suelo, bordeando la cuneta a punto de caerse a un agujero. No quería quedarse con monedas de poco valor. Detrás de ella venía un joven, distraído y mirando hacia el suelo. Ve que las lanzó sin mucha importancia por lo que atinó a recogerlas y dijo: “¡Que bien, son de buena suerte!”
Pero todo dependía de la suerte que traían.
Nunca se imaginó que singular acto podía ser el inicio de un sinnúmero de ocurrencias un tanto fuera de lo normal.
Trataba de buscar el por qué de su cambio de actitud, su personalidad más sensible y sus constantes invitaciones de hombres.

-“Soy un chico, no debería estar sucediendo esto”- dijo muy angustiado tras no entender la explicación de estas situaciones.

Por más esfuerzo que hizo no logró acordarse de qué había hecho. Su semblante estaba cansado.
Decidió recorrer todos los lugares por los que anduvo. Caminó, caminó hasta que algo recordó. Una imagen se le vino a la mente: “¡Que bien, son de buena suerte!”.

En ese momento entendió que había adquirido cierta suerte de la antigua dueña de las monedas.
Determinó que lo mejor sería buscar esas monedas y lanzarlas, pero debía lanzarlas desde su bolsillo izquierdo en aquel mismo lugar.
Lo pensó mucho y así fue; se encontraba lanzando aquellas monedas desde su bolsillo izquierdo en el mismo lugar en el que las encontró.

Sin embargo, nunca pensó que al lanzar esas monedas se iría de él su suerte.
Llegó más tranquilo a casa. No entendía ese sentimiento de soledad que lo acechaba.
Pensó por un momento en ir a recoger nuevamente esas monedas pero, luego pensó en lo que eso implicaría.

Una gran idea tuvo en ese momento: “iré a buscar esas monedas, las lanzaré en otra posición y esperaré que 10 hombres las pisen, de esa manera la suerte será masculina y las monedas me corresponderán”
Así lo hizo. Este chico aparentemente sin suerte esperó que 10 hombres las pisaran, pero solo pasaban mujeres. Luego recordó que “no tenía suerte” pero quizás si él las pisaba…Podría, tal vez invertirse la situación en la que se encontraba.

Segundos después y antes de que él comenzara a pisarlas una chica lo quedó mirando y le dice: “¡Hey!, tu eres…tu eres el chico del otro día, el que recogió mis monedas. ¿Aún las conservas?”

-“Pues si…Estaba pensando en dártelas, ya no las quiero”- Le dijo.
-“Okey, dámelas”. - Le dijo ella.
El joven se las pasó y la chica las recibió.
La chica le dijo que se veían extrañas y “se las devolvió al joven en la mano”.
Este hecho cambiaría la suerte de ambos.
Esta vez nadie las lanzó y nadie las recogió, por lo tanto ella solo cedía las monedas (al ser ella la dueña original) y la suerte de ambos regresaría correspondientemente.
Una gran sonrisa y al unísono se marcó en sus rostros, se despidieron con mucha alegría y cada uno regresó camino a sus hogares.
En ese transcurso ella se encontró un anillo de oro. Estaba muy feliz y él se encontró una billetera solo con dinero.
Llegaron a sus casas y pensaron: “No quiero volver a pasar por lo mismo”.
Al otro día regresaron al lugar donde lo encontraron.
De lejos se vieron, se saludaron y en un abrir y cerrar de ojos dos personas les agradecieron por haber encontrado sus pertenencias diciéndoles que una bonita pareja armarían.


(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

Él y sólo él

...Y volvió a dejarlo donde mismo...¿cuál es el afan?
Déjelo ahí. Me enojaré si sigue. No me rasguñe. ¡perdón!, solo fue un exabrupto.
Que frío tengo. No me gusta estar solo. ¿Qué dijo?, ¿no siga bueno?. Ya, me iré y cuando vuelva quiero que lo deje ahí. ¿Qué estoy haciendo?.Perdón fue un exabrupto. ¿hola?

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

jueves, 19 de julio de 2007

La sombra

Se obsesionó porque nadie la mirara a los ojos, eso, sin contar de que era muy difícil hablar con ella, nadie tenía su número telefónico ni sabía su dirección. Con el tiempo pasó a ser una compañera más. Pasaba inadvertida estando o no en clases.
Un día ella faltó mucho. La fui a visitar. Una anciana me abrió la puerta.
-"¿Qué desea?"-Me dijo
-"Se encuentra Ángela?- Le dije.
Y ella me dijo -"Con ella... ¿Puedo ayudarlo joven?"

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

Instrucción

Corre, sigue corriendo, toma agua, corre, dobla, continúa, respira bien, cuidado.¡Detente!, ¡bien, ganaste. Ahora la foto, recibe la medalla, los regalos, da un par de declaraciones y apúrate que sigue la otra carrera. No descanses hombre...

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

Cambio de idea

Supongo que su cerebro estaba atrofiado, no entendía lo que trataba de explicarle, solo quería pan. Todo el rato pan.
Su madre le dio pan.
Había cambiado de idea. Ahora quería jugo.

-“¿Más jugo?”, le dijo

-“No gracias… ¿Y el pan?”

(Cuento escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

El anuncio

Su casa es enorme, tiene el mejor auto del condominio, tiene 5 empleadas, tiene un plasma en el baño y ya puede conducir, su nombre es Emilio.

Nunca en mi vida había visto a un sujeto tan desagradable y que viviera de esa manera.
Podía derramársele jugo en el pecho, podía caérsele la comida y podía tener moscas en su dormitorio y no se inmutaba, pero igual era mi amigo.
Un día caminábamos en dirección a nuestro colegio, vimos un cartel en la muralla de una casa que decía: “Se ofrece fama por dinero, llame al número que aparece a un costado y contáctese con uno de nuestros ejecutivos”
La promoción era graciosa, pues Emilio atinó a escribir todos los datos para llamar más tarde; su único interés era conseguir fama a como de lugar, que después de todo era lo único que no tenía.

Yo le dije:- “Emilio, debes tener cuidado con estos anuncios, no sabes quien los hace y de que se trata”.
–“No te preocupes, para eso llamaré esta tarde”- me dijo.

Pasaron 3 semanas y llegó al colegio con una importante noticia que quería contarme pero con la condición de que no me burlara ni lo juzgara. Pues accedí.

Emilio comenzó su relato:
Lo que sucede es que… ¿Recuerdas ese anuncio que prometía fama a cambio de dinero, aquel cartel que estaba en la muralla de una casa?

-“Sí, lo recuerdo. ¿Qué pasa con eso?- Le dije

-“Sucede que esa tarde después de llamarles, llegué a una de sus oficinas, me recibió una anciana de mala apariencia y feo olor. Me hizo pasar a una sala que solo tenía una silla la cual estaba a un lado de una gran maceta.
De repente entró un hombre vestido de negro, tenía una gran barba de color rojo, me saludó y me preguntó si venía para conseguir fama o si andaba en busca de otro servicio. Yo le respondí que si, que me inten´ción era la de poder obtener fama.
En un acto muy rápido registró mi bolso, abrió mi billetera, sacó mi chequera, mis tarjetas y con la anciana arrancaron por la puerta principal.
Yo me sentí muy mal, no sabía que explicación les daría a mis padres, sin embargo, me sentía aliviado de que no me hubiese pasado nada peor.

Salí con miedo arrancando de esa vieja y sucia casa. La puerta estaba cerrada, seguí corriendo por las escaleras para ver si había una ventana en el segundo piso por la cual podría escapar. De pronto fuego empezó a salir de las murallas y veo que al final de un oscuro pasillo había una larga escalera. Mis manos ya estaban quemadas. Seguí corriendo y salté por aquella ventana, mis dos piernas se quebraron, y perdí todo el dinero que traía en mis bolsillos. Cuando caí me pegué en la cabeza y de ahí no me acuerdo hasta que al otro día amanecí y corrí nuevamente en dirección a un kiosco cercano para pedir ayuda. El hombre que atendía me dijo en voz alta:- “¡Pero hombre!...usted es el del periódico, que mala suerte”. En ese momento mucha gente comenzó a acercarse hacia el kiosco, solo para verme. Yo aún no entendía el por qué de todo y le exigí una explicación al señor que atendía. Y él con mucha prestancia me dijo: “Pero joven, vea este titular”.
El titular del periódico decía: “EL JOVEN QUE DESAFIÓ A LA MUERTE”

Todos en un acto muy poco ubicado, me pidieron un autógrafo. Yo no supe que hacer, tomé el primer taxi que pasó. El conductor me dijo: “¿Hasta dónde lo llevo don Emilio?”

-“¿Cómo sabe mi nombre?”- Le pregunté

-“Pues es portada de todos los periódicos” respondió

Y Pensé…Yo pagué por esto, conseguí lo que quería, obtuve cuanta fama pude pensar.

Estas 3 semanas estuve reposando en mi casa, mis manos ya están bien, solo estoy esperando que mis piernas mejoren”

-“Es decir, todo esto te pasó ¡por querer conseguir fama!, por lo menos te servirá de lección Joven que desafió a la muerte , ahora lo tienes todo ¿contento?”...-Le dije.

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

viernes, 6 de julio de 2007

Poema segundo

No somos los mejores
por ser los más antiguos
Somos los más antiguos
por habernos conservado
siempre como los mejores



(Escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2002)

miércoles, 27 de junio de 2007

La casa de los dedos

Era la víspera de navidad. Toda mi familia se hacía el tiempo y el ánimo para llenar sus casas de regalos un año más. Ese 24 de Diciembre recuerdo que habían alrededor de 40 personas en mi casa, se bajaban de sus autos todos con bolsas y bolsas de regalos. Mis padres ya me habían adelantado mi regalo; una cámara filmadora.
Llegó la hora de abrirlos. No había ni un regalo para mí. Dieron las 4:00 de la Madrugada, había que despedirse de los invitados. No se si fue rabia o un poco de extrañeza lo que sentí, pero siempre quedo sin regalos. Este año de verdad no me importó.
Se cerró por fin la puerta. Iba camino a mi dormitorio dispuesto y decidido a no saber nada más hasta el otro día y de repente suena algo detrás de mí. Era una carta. Pasó bajo la puerta. Me devolví para ver quien podría haber sido. Tenía tanto sueño, que omití esa parte, como no ví a nadie, seguí mi camino, eso si con la carta en la mano.
Al otro día sonó la alarma de mi despertador a las 11:00 de la mañana, me levanté, hice todo lo que tuve que hacer. Estaba en busca de mi reloj, hasta que veo la carta tirada en la alfombra. Cierro con seguro la puerta de mi alcoba. La carta estaba dirigida hacia mí, le rompí un costado, saqué la carta de su sobre.
Ésta decía:

Estimado señor:
Feliz navidad. Esperamos que lo haya pasado muy bien junto a sus 40 invitados. Y como sabemos que como todos los años, éste, una vez más no recibió regalo, tenemos el agrado de invitarlo a usted y solamente a usted sin previo aviso a sus padres, a un día de entretención a “La casona de los Blanco”.
-“¡guau!”, dije yo, la casona de los Blanco, pero que experiencia más entretenida será visitarle. Dicen que está embrujada, pero esto no tiene remitente…que extraño.

Pues bien, dejé la carta en mi escritorio y así partí en la fecha que indicaba la carta, hacia la Casona de los Blanco. Creo que es una de las pocas construcciones gigantes que he visto en mi vida.

Una tétrica y abandonada reja de fierro cuyo sello eran 2 “B”, traté de abrirla, a la fuerza y logré abrirla. Caminé por un largo sendero tratando de llegar hasta la puerta principal de la casa. La puerta como en la películas se abrió sola. Pensaba yo que era una broma de alguien desocupado. Lo primero que vi, porque estaba en la entrada, fue una escalera gigante con 2 caminos: izquierda y derecha. De madera entera y llena de telarañas. Arriba de ella una larga y lujosa lámpara de vidrio. Todo estaba tan abandonado, que con los años se tornó en un lugar tétrico y que dió pauta para que el pueblo inventara historias.
Caminé mucho rato dentro de la casa, tuve mucho susto, pero sabía que alguien me estaba esperando, porque alguien me había invitado.
Me introduje en una pequeña y sucia habitación, en ese lugar había sillas, muebles, platos, vestidos, macetas y un peculiar toca discos. Traté de hacerlo funcionar, pues no hubo caso. En él estaba escrito: Quality sound. Uno de los discos era muy antiguo, como la música que escuchaba mi bisabuela. Estaba quebrado en una parte. Yo andaba con cinta adhesiva y lo pegué. Cuando salí de ese cuartito nada era igual, es decir, un poco, pero cambiado. Todo estaba como nuevo, y sonaba música de ese disco, pero el disco lo tenía yo. Había mucha gente, la vestimenta de ellos me era un tanto anacrónica, como de los años 20’ más o menos.
Una señora que me vio me preguntó: “¿Qué haces ahí hijo?”, párate y disfruta esta fiesta de Bienvenida y despedida.
-“¿Pero bienvenida de quién?”-pregunté aún desconcertado

- “¡Pues de Jack!”. Me respondió ella con amabilidad.

Traté de comprender lo que sucedía y pensé que podría ser entretenido si era lo que yo pensaba. Alguien abrió la puerta. Todo el mundo estaba recibiendo a la persona que había llegado. Era un hombre, de cabello corto, vestido como soldado y con un gran bolso en uno de sus hombros. Lo recibió amorosamente una joven quien le dio un beso y lo invitó directo hacia su dormitorio en el tercer piso; se llamaba lisa y eran novios.

Una de las jóvenes me miraba mucho, pues no le tomé mayor importancia en ese momento.

Me acerqué nuevamente a la señora y le pregunté que a quién despedían.
Ella me dijo: “¿Estás invitado?

Yo mentí y le dije que por supuesto, solamente para saber lo que ocurría.

-“¿Qué no sabes que se organizó esta fiesta para despedirnos todos?, estamos en guerra, ¿recuerdas?, nos matarán. Hay que abandonar esta vida lo más alegre posible. Pero ven, que ya va a empezar la función de piano que dará jack para nosotros.”- Me dijo ella.

Jack tenía mucho talento, tocó melodías que jamás en mi vida había escuchado. La función estaba siendo un éxito. Al lado mío se puso esa joven que rato atrás me miraba con atención sin despegar su mirada de mi.

-“Quería agradecerte por todo. Si no hubiera sido por ti, quizás este momento no habría pasado nunca, por fin pude escuchar la sorpresa que nos tenía Jack, de verdad, muchas gracias”-Me dijo la joven muchacha.

Yo sin muchas palabras le dije que no me tenía que agradecer a mi, porque nada había hecho.

En ese momento una tropa de uniformados irrumpen en la casona armando un gran revuelo dentro de ella.

Al primero que vieron fue a Jack, quien seguía tocando el piano. Sus dedos fueron brutalmente arrancados y lanzados al aire. A todos desalojarían, pero en un abrir y cerrar de ojos vi que estaba yo solo con el disco en la mano parado en medio del salón.

Ya más extraña la situación no podía haber sido, por lo que salí arrancando. Corrí mucho hasta que llegué por fin a mi casa.

Aún desconcertado, extrañado y aterrorizado traté de reflexionar sobre lo sucedido.
El sobre de la carta ya no estaba en mi escritorio. No entendía lo que sucedía.
Llegué a la conclusión de que había sido yo el responsable de todo, como lo decía la joven muchacha, quizás eso pasó antes de la sorpresa de Jack, quizás necesitaban oírlo para morir en paz y todo porque reparé ese viejo disco. ¿Qué fue todo lo que ocurrió?, todavía no lo tengo muy claro,ni tengo una respuesta segura, pero entiendo por qué se llama “La casa de los dedos”... por los dedos de Jack.
En fin, creo que ayudé a que su fin fuese lo que ellos querían que resultase.

(Escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

El cruce

Fue un perro callejero toda su vida. Se alimentaba de las sobras que le dejaba la gente con buena voluntad. Su hogar, su hogar era una pocilga, dormía enrollado en el paradero de buses. Pero se sentía bien, después de todo, agradecía tener un lugar donde alojar. Su vida nunca fue muy tranquila. A las 6:00 de la mañana ya le estaba ladrando a las ruedas de algún auto o de un bus. Pronto se quedaría dormido para despertar a la hora de comer.
Siempre tuvo esa costumbre, la de no respetar los semáforos. Todos le advirtieron: “Ten cuidado que por aquí pasan taxis muy rápido”. Su cara era netamente de indiferencia, siempre creyó tener la razón hasta que cruzó mal la calle. Iban dispuestos a dejarle su ración de comida, no creerían que sería la última vez que lo verían. Se lo llevó un Nissan. La bocina sonó hasta no poder más. Ahora su cama la ocupa un siberiano.

(Escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

Reducido a un lápiz

-¿Qué crees que haces con ese lápiz?, ¿Vas a escribir?, ¿qué no te has dado cuenta de que eso es no es natural? ¿Para qué quieres lápices si tu mente puede pensar y tu boca expresar?, ¿para qué utilizas prácticas que van en contra de lo natural? Claro, la idea es ir en contra de la corriente. ¿Para qué? si vinimos al mundo a vivir, no ha pasar el tiempo pensando y creando ideas que no servirán de nada, si da igual, todos moriremos. Mientras yo viva, no se desperdiciarán neuronas, ni mucho menos segundos en tratar de crear caminos para pensar.
Te dedicarás a trabajar, comer, dormir, trabajar, comer, dormir, trabajar, comer, dormir...
...Y pobre de ti que te pille en una acción como esta.
Y qué hace este lápiz aquí por Dios. ¿Quién fue el osado?, ¿Quién se atrevió a dejármelo aquí? Que no se dan cuenta de que tarde o temprano esto nos acabará.
Si mi plan es perfecto...mientras menos ocupemos nuestra mente cuando seamos jóvenes, más capacidad mental tendremos cuando seamos ancianos. No habrá población anciana demente.
No piensen, no escriban, eso déjenselo a otras personas, dispuestas a eliminarse tempranamente.

(Alguien abre la puerta)

-Señor Matus, denuevo con esos jueguitos, ¿Qué no se da cuenta que puede hacerse daño?, ¡páseme ese lápiz! Ya viene el doctor por el asunto de la pastilla ¿bueno?

Nadie me respeta, gracias a Dios se llevó el lápiz…


(Escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

miércoles, 20 de junio de 2007

El juego

Le juro que era solo un juego.
Yo…bueno, éramos niños. El juego era complejo me acuerdo. Lo único que yo quería era ganar.
Él tenía una almohada, era blanca recuerdo. De repente llegó la Feña, mi hermana, ella sería la jueza. Cuando ella dio la señal él y yo comenzamos a jugar. Era una especie de combate. Supongo que partimos al mismo tiempo. Un golpe muy fuerte me llegó en mi ojo. Sentí rabia, mucha rabia, tomé la almohada y se la puse en su cabeza. Era una simple defensa, le juro.
La feña trató de separarnos. Ya era muy tarde.
En ese instante llegó la tía Pilar. Sus lágrimas salían como cascada de sus ojos. Yo también lloraba, no se de qué, supongo que era porque ella también lloraba, pues era un niño, no comprendía lo que había pasado.

Una hora más tarde llegó mi papá a buscarme a mi y a la Feña en su auto. Lo primero que hizo fue retarme, me retó mucho. En el momento en que iba subiéndome al auto vi muchas luces, muchos autos, también estaba la tele y gente uniformada.

Ahora que estoy grande comprendo el por qué de esa situación. Cada 22 de Enero me dan un permiso para visitarlo, le limpio la lápida, hablo un rato solo y me devuelvo.

(Escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

martes, 12 de junio de 2007

Doce de Junio

Todo empezó cuando sonó mi alarma a las 5:45. No me quería levantar. Lo hice después de 10 minutos. Hacía mucho frío. Me levanté. A las 7:00 ya estaba listo, iba camino a mi colegio que se encontraba en paro. En ese instante me llamó mi abuela y me dijo: “Hola mi niño, ¿cómo está? acabo de ver su colegio, está en toma, además hoy día lloverá, es mejor que no vaya y no se le ocurra andar en micro.
Si le hubiera hecho caso a mi abuela, no habría vivido lo que viene a continuación.
Me junté como siempre a las 7:40 con Felipe para caminar hasta el colegio. Llegamos al colegio. Bueno, efectivamente estaba en toma, no había un ambiente tranquilo. Los profesores firmaban en una mesa instalada en el estacionamiento para apoderados. La mayoría de los alumnos se adhería a la toma, pues entraban.
Yo decidí que no iba a entrar.
Teníamos planificado con Felipe y Cristóbal ir a una sala de ensayo en providencia, bueno ellos y su banda.
En eso llegó Cristóbal, más tarde el Memo, el Pablo y el Pipe.
Felipe iría a la casa de Pipe con él a buscar el bajo. Yo entré al colegio, arrepintiéndome después de eso. Me tomé mi leche asada, saludé a Pancho, a Sergio y a Juan Carlos, justo en ese momento se abría la puerta para dejar salir a quien quisiera, yo me despedí de mis amigos y salí. Cuando estuve afuera, es decir, en la vereda veo que estaba Cristóbal, Pablo y Memo y había que tomar una decisión. Se llegó a un consenso, iríamos a la sala de ensayo y esperaríamos al Pipe y al Felipe.
Llegamos al metro, estábamos esperando a alguien y para no aburrirnos empezamos a doblar voces de una pareja que hablaba. Esa situación fue muy chistosa y un tanto absurdo era el tema: “No tomes Coca Cola, te he dicho que no me gusta”. Me reí mucho. Bajamos y nos fuimos hasta la sala de ensayo.
Entró Pablo a reservar una hora, solo estaba disponible de una a dos de la tarde y recién eran las 10:30. Para eso hicimos tiempo en el departamento de Pablo unos cuantos metros más lejos. Allá ensayaron, vieron videos en “You-tube”, comimos chicle, mandarinas, nos reímos mucho hasta que llegó la una.
Llegamos a la sala de ensayos. Nos pasaron una sala en el segundo piso. Instalaron los instrumentos y comenzaron a tocar. Yo iba porque tenía muchas ganas de verlos tocar, me entretuve mucho. Un fuerte ruido se sentía en la sala de abajo. Todos comentábamos cosas como estas: “Suenan bien. Me gusta el bajo. Igual son afinados. Le pegan al asunto”.
Pasó una hora, llegó el encargado y nos dijo: “Chiquillos lo siento, ya pasó la hora”.
Nosotros con buena voluntad dijimos que bueno, guardamos los instrumentos y nuevamente llegó el encargado. Le comentamos que el grupo de abajo sonaba bien, que nos gustaban sus instrumentos. El encargado nos dijo: “Son buenos… ¿Les gusta?...Son los Bunkers.
Nosotros casi perplejos y al unísono dijimos: “¿En serio?, que buena y ¿ensayan siempre acá?, ¿a qué hora terminan?, y ¿pagan? Muchas preguntas de ese estilo.
Bajamos y nos quedamos escuchando su música. Repitieron la misma canción 3 veces, pero daba lo mismo. No se podían ver, solo nos separaba una muralla. Después de un rato nos resignamos a no verlos y nos fuimos, pero por fuera se veían, había una cortina entre abierta. Les tocamos la ventana, solo se asomó el sonidista, pero igual vimos a la banda. Éste último cerró la cortina.
A los cinco minutos Los bunkers acabaron su ensayo. Salieron a fumar a la terraza del edificio, se veían, solo eran puertas de vidrio. Yo desde afuera los saludaba, ellos me correspondían el saludo. Les hice una seña con un lápiz, para que nos dieran autógrafos. Nos dijeron que los esperáramos un ratito, les dijimos que bueno. Todo eso con señas.
A los cinco minutos aproximadamente se pararon de sus asientos. Nosotros, los seis que estábamos, sacamos libros, cuadernos, mochilas, platillos y un gorro peruano para que nos los autografiaran.
Abrieron la puerta y uno de ellos nos saludó, les dimos la mano, y empezaron a llegar de a poco. Saludamos a todos y de la mano. Yo les pedí un favor; que si nos podían dar sus autógrafos. Les pasé un lápiz para escribir en cd’.
-“¿Para quién?- me preguntaron, les digo mi nombre y así a cada uno. Todas las firmas en una hoja. Conversamos un rato, estábamos contentos y algo nerviosos. Ellos seguirían ensayando y se despidieron cortésmente de nosotros.
Nosotros estábamos muertos de la risa, nos despedimos de Pablo e íbamos dirección al metro, pero el hambre nos invadía, compramos galletas en un kiosco, nos fuimos caminando y de broma decíamos: “No me lavaré esta mano nunca” De hecho todo lo hicimos con la izquierda. Fue muy chistoso. En el metro nos fuimos hablando todo el rato y poniendo las caras más chistosas que teníamos.
El Pipe se bajó, el Memo seguía derecho, Cristóbal iba a su casa y con Felipe nos fuimos juntos.
Llegué a mi casa. Almorcé, me cambié y me fui al preuniversitario.
Llegué al preuniversitario, pero algo no me calzaba, todo era muy extraño. Una feria de libros se había instalado. Pensé que el preuniversitario había desaparecido o que me había equivocado, no sé, muchas ideas tontas se me ocurrieron, pero vi a uno de los guardias y dije: “aaahh!, es una feria de libros” (jajajajaja).
Me senté y detrás de mí había unas promotoras de Nescafé, era un servicio de la feria. Me tomé 2 cafés cortados y 5 galletas "tritón". Entré a la sala tomando café, el profe’ venía muy contento, nos deseaba felicidad a todos, no sé qué le había pasado y nos contaba su experiencia del Transantiago, porque había decidido andar sin auto 2 meses.
Un compañero llegado la semana pasada recién se sentó conmigo. Era muy simpático, nos fuimos juntos porque vivimos cerca y comentábamos la alegría del profe que sinceramente era muy chistosa.
Llegué a mi casa, detrás de mí venía mi madre que acababa de regresar de Viña. Yo le contaba a mi familia mi “Súper-día”
Mi día aún no termina. No sé qué pasará mañana, si continuamos en toma o no, si tendré que ir al colegio o no. Ya me está dando sueño, pero este día lo pasé tan bien que creí digno de subir, por largo que fuese, lo que había hecho. Les mando un saludo a los actores de esta historia, nos veremos mañana.

/Publicidad de Blogs: http://www.ventilapuerta.blogspot.com/ http://www.soyhumanista.blogspot.com/ y http://www.pantostadolight.blogspot.com/ /

(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

viernes, 8 de junio de 2007

El paro en la quinta

Llegué a las 7:50 al colegio. Al primero que ví fue a Felipe, saludé a hugo y se acercó Héctor.
Hacía mucho mucho frío.
Estaba pálido y tiritón de frío.
Todos gritaban el grito del colegio, se manifestaban y trataban de que marchara bien.
Entre tanto griterío me suena el celular, no escuchaba nada, era mi papá pidiendome un número. Justo me llama Felipe:" ¡Oye!, llegó cristóbal", crucé para buscar el número que me pedía mi papá. Se me perdió Felipe.
Alguien nos hechó del frontis del colegio, cruzamos, y otra persona grita:"¡Todos al museo!"
En eso veo que Felipe está con cristóbal y empezamos a caminar al muso. En ese instante vemos que había una caseta de seguridad abandonada. Felipe y Cristóbal se meten y empiezan a vender churrascos y completos. La gente los veía pensando que era verdad. Solo vendían envoltorios (jajaja).
Nos fuimos juntos con Felipe, Cristóbal y sus amigos. Llegamos a la zona de parabólicas, la gente del centro de alumnos comenzaba sus discursos y propuestas.
Yo me aparté un tanto del tumulto, eran muchas personas.
Felipe propone que cada uno sacara su colación. Sentados en una escalinata gacitúa tomaba jugo, Cristóbal comía pan, Felipe galletas y yo abría mi 1+1.
Junté la basura y la fuí a botar.
Ya estaba entrando en un estado de congelamiento, quería que saliera el sol.
En ese instante llegó un curso de niños al museo, todo mi colegio le gritaba, más tarde llegó un colegio de uniforme azul muy fuerte, tambien les gritaron, Nadie se salvó.
Ya eran casi las 11:30. El foro al aire libre estaba terminando y se había llegado a una
"seudo-posible solución": Seguíamos en paro.
Un amigo de Felipe nos invitaba a jugar "play" o ir a una sala de ensayos para pasar el rato.
Yo tenía que irme al preu, unos se fueron para sus casas, otros aceptaron. Yo con Gacitúa hasta nuestras casas.
Igual lo pasé bien. Pero me quedan muchos paros más.

A freak Travel

Después del viaje a Holanda, ya no quiero saber nada más.
Era un día 30 de diciembre, pasaría el año nuevo allá. Antes de viajar pasé al bowling con dos amigos.
Acordamos que el que perdiera haría la cosa más vergonzosa que se nos ocurriera o algo relacionado con lo paranormal.
Nada podía salir mal, no podía perder.
El "j.l" (Juan Luis), era el primero en jugar, luego seguía el "ñaño" (ignacio) y terminaba yo;
El juego era simple y bueno perdí yo.
El J.l tenía una tabla Ouija que era de su abuelo, precisamente con él había que contactarse y pedirle que hiciera acto de presencia.
A los primeros 20 minutos, nada pasó, de hecho ya me estaba dando sueño, luego, la mesa de la terraza en la que estábamos se movió. Pensé que había sido el Ñaño.
El abuelo del J.l murió en un accidente (iba manejando y lo chocó un bus), pero nunca se hizo presente.
A los 45 minutos el vaso de metal se corrió para todos lados. Alcancé a leer una cosa que decía:
"mal, viaje, rueda, árbol"; porque el vaso iba muy rápido. Yo no me asusté, para mi era divertido, de hecho casi nada me asusta.
Pués bien, me fuí a Holanda, mis amigos me fueron a dejar al aeropuerto, me despedí de mi familia y despegué a la hora y media después.
Allá me recibió un caballero que en sus manos tenía un cartel que decía "visitante americano", supuse que era yo y no me equivoqué.
Llegamos al hotel, hasta ahí todo marchaba bien.
Al otro día decidí ir a la discoteque más grande de Amsterdam, solo para conocer gente y no aburrirme. Ese día no fue muy entretenido, a si que al siguiente salí a dibujar a la plaza de armas. En ese momento un inglés me dice: "Es de mala suerte dibujar la iglesia hijo".
-What?, me dije. Que creencia más ridícula, o quizás era solo una broma, pues bien, seguí dibujándola.
En la noche, llegué al hotel, y me seguía dando vueltas lo que el inglés aquel, me había dicho.
Decidí terminar mi dibujo, saqué mi cuadernillo, lo abro y lo primero que veo es la silueta de un hombre encorvado dibujada en una de las paredes de la iglesia. Tenía tanto sueño que primero me pareció raro, después pensé que podría haberla hecho yo mismo.
A las 10:00 de la mañana del otro día, fui a comprar cigarrillos, creí que cerca de ahí vendían, pues me equivoqué. Caminé casi 6 cuadras, hasta que encontré una tabaquería. Me devolví al hotel, ya solo me quedaban 2 cuadras pero iba tan cansado que no estaba atento a lo que estaba pasando. No respeté el semáforo, un taxi me dió por la espalda, me arrastró 100 metros y de ahí no recuerdo más, solo recuerdo y jamás lo olvidaré que era un día 9 de Enero.
Desperté recién el día 15 de Enero en el hospital central de Amsterdam, ya pronto me trasladarían a una clínica más pequeña.
Mi familia suponía que seguía vacacionando y que había sido ingrato al no llamarlos.
Recién el día 18 de Enero me tendrían que dar de alta, pero no fue así.
Yo sentado en la camilla y un médico de pié al lado mío que me decía:"¡Despertaste!, pensamos que faltaba mucho tiempo. Mucho gusto, mi nombre es Karl, soy tu médico tratante. Y es por eso que debo comunicarte algo que no te gustará mucho.
-"Que perdí mi pasaporte. Ya lo sé"- dije un tanto alterado
-No, no se trata de eso-me interrumpió el médico- Tu pasaporte está en el hotel, es algo mucho peor, que quizás no quieras saber.
_Pero, sin más rodeos y dígame, que las malas noticias no me gustan cuando se dilatan-Dije molesto.
- Bien, esto es difícil y seré lo más cuidadoso posible. El día del accidente un anciano manejaba el auto. El auto lo encontraron, estaba chocado y empotrado en un árbol, pero no había nadie en él. Sabemos que lo manejaba un anciano porque una testigo alcanzó a verlo, pero nada más.- Me dijo con una cara de preocupación.
-Eso es extraño, pero ya no me importa quien fue, ni donde, ni como. Solo quiero regresar a mi país y ver a mi familia.-dije.
- ¡Espera!, eso no es lo peor, esa no era mi mala noticia. Lo malo es que quedarás "inválido" para toda tu vida. Las lesiones que provocó el atropello en tu sistema nervioso, son irreversibles. Lo siento mucho hijo.- Me dijo tristemente el médico.

Mi cara pareciera habérseme deformado, un poderoso escalofríos se apoderó de mi cuerpo, era como si me estuviesen enterrando vivo, solo quería que este capítulo fuese un sueño. Ahí me dí cuenta de que no tenía movilidad en mis piernas, traté de moverme, solo era un bulto, más encima dí vuelta el agua que me había pasado el médico. Recuerdo esa escena como la más patética de mi vida.

En el mes de Marzo, llegué a Chile, mi familia había hablado conmigo, lo único que me decían era que había sido un ingrato, que no lo volviera a hacer. Los tranquilicé diciéndoles que todo tenía un por qué y que no traía buenas noticias.
Por supuesto no me creyeron, pensaron que era una más de mis bromas.

Se anuncia mi vuelo, mi familia y amigos estaban muy anciosos de verme.
Dicen segun relatos posteriores que no les calzaba lo que veían con lo que yo era.
Llorando desesperadamente y al unísono, fueron a recibirme. Todos pedían una explicación, una razón, mi madre desmayada seguía llorando. Yo sin muchas movilidades faciales ni corporales les dije que no volvería a dibujar ni iglesias ni a invocar ancianos.

Gracias amigos por escribir esto por mí...

(Escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

miércoles, 6 de junio de 2007

La visita de Duster

Gonelth es hijo de Eureka y Sansón. Juntos forman una de las familias con más poderes de la galaxia. Eureka ya es anciana y sansón, bueno de Sansón solo quedan los recuerdos. Gonelth es el encargado de defender su galaxia.
Se ha sabido que un enemigo que no se sabe quién es, atacará su galaxia.

Ocho semanas ideó Gonelth, un plan para que este enemigo no llegara.
Gonelth camino a su castillo ve que en un muro todo rayado decía
“¡Duster nos matará!”.
Gonelth en ese momento se preguntó: “¿Duster se llama mi enemigo? , jajaja, tiene nombre de niña.

Un día amaneció, abrió las cortinas de su habitación y lo primero que ve es que en el medio de sus jardines había aterrizado una nave de seis pies de altura, era de un color verde oscuro y tenía un enorme foco en la punta.

Indignado Gonelth, se coloca su armadura, baja las escaleras de su castillo, abre las puertas y en su nariz se topa nada más y nada menos que con su enemigo, Duster.
-“a si que tu eres Duster”, -dice Gonelth- “creí que eras más joven, ¿a qué vienes? y ¿qué hace tu fea nave en medio de mis jardines?”

- Mucho gusto- dice Duster- no pienses que te quiero hacer daño ¿tan mal han hablado de mi?, vengo por otra razón ¿dónde está eureka?

- ¿Eureka?- dice extrañado Gonelth- ¡te prohíbo le hagas daño!, recuerda que soy Gonelth, el dueño de la galaxia, el hombre con más poderes del universo y a mi madre nadie le pone una mano encima.

- No te preocupes- insiste Duster- dile que ha venido a visitarla Douglas Term.

- Douglas Term… ¿Por qué me suena ese nombre?, ¡Ya me acordé!, ¿Eres tu mi abuelo?- pregunta Gonelth.

- Efectivamente y he venido a cobrar lo que es mío- apela Duster.

Gonelth se imaginó muchas cosas, no podía entender quién era este señor y menos que quería.

Tele-transportación fue lo que usó para llegar hasta el último piso del castillo, donde se hallaba la habitación de su madre.

- ¡Madre!, hay un hombre llamado Douglas, está en el jardín junto a la nave que ahí aterrizó, quiere cobrar venganza o algo así, quiere verte, ¡hay que destruirlo!

- Tranquilízate Gonelth, sabría que llegaría este momento, bajaré en seguida- Responde Eureka.

Gonelth llega hasta donde “Duster” y preocupado, un tanto alterado y mirándolo fijamente a los ojos le dice: ¿No harás nada de lo que te puedas arrepentir?

En ese momento llega Eureka e interrumpiendo dice: “Padre, ¿Qué haces aquí?, ¿qué quieres?

- Vengo a recuperarte – Responde decidido Duster- y quiero que vengas conmigo, a mi galaxia, seremos una familia nuevamente- agregó ilusionado.

- Yo estoy dispuesta, pero está Gonelth, es solo un joven, no querrá irse, este lugar le pertenece, además yo ya soy una anciana, ya no quiero nada más, pero si de algo sirve…te perdono – Responde Eureka.

- Bien, eso me es suficiente, 20 años queriendo esto, solo quiero que sepas que te amo mucho. a ti y a Gonelth- Dice Duster.

Justo en ese momento Duster cae rendido al suelo, muerto, liquidado.

El tiempo pasó y un día eureka, pensativa dice: Por lo menos se fue en paz ¿no crees Gonelth?

- Supongo, si te pidió perdón, es lo más seguro, lo único que queda es seguir defendiendo esta galaxia, estoy seguro de que es lo que Duster, perdón, mi abuelo, quisiera haber visto de mí- Concluye Gonelth

(Editado y publicado por seba-ediciones y Gonelth-producciones 2007)

viernes, 1 de junio de 2007

"El lustra botas"

Hoy, de regreso a mi casa, después del colegio en la mañana (porque salí temprano) decidí caminar.
Llegando a plaza Italia para tomar algo vacío, me detuve mucho rato en algo que me llamó mucho la atención; “Un lustra botas”. Hace mucho tiempo que no veía uno, me quedé observándolo pues leí que decía a un costado del asiento:" Lo más importante de su presentación es su calzado, por sólo $300"
Viendo la amabilidad y agilidad con que el lustra botas vaciaba botellas y escobillaba el zapato, decidí quedarme ahí. El cliente leía "La cuarta".
Se veía que era una relación (lustra botas-cliente) muy cómoda.
Mientras, yo pensaba:" Debe ser muy sacrificado, después de un día de lluvia, estar trabajando con ese frío y a la sombra", luego pensé:"¿y el baño?"
En ese momento el lustra dice:"Listo caballero, terminamos". El cliente le pagó los $300 y dejó el diario, ahí comprendí que el diario era un servicio que ofrecía el lustra botas pues lo dejó en el asiento esperando que un nuevo cliente llegara.
Pasaron los minutos, para mi no había preocupación, me era más entretenido ver al lustra botas que llagar tan temprano a casa.
Él seguía sentado, de repente alguien le dijo algo a lo que respondió: " Estaré aquí hasta las 7:00(p.m.), sí, no se preocupe don Daniel, como siempre, aquí.
Me impresionó nuevamente ver la amabilidad con la que trataba a la gente. Luego se puso de pie. Detrás de él había locales. De uno de ellos salió un caballero y le dio:" Buenas tardes don Fernando"
-"Buenas tardes señor, vengo al baño" responde el lustra botas esbozando una sonrisa.

martes, 22 de mayo de 2007

My dragoon

Estaba ella como de costumbre encerrada en su castillo esperando que algún valiente príncipe llegase a rescatarla. En sus ratos libres ella veía televisión o bordaba; poco conocía el mundo exterior, lo único que siempre supo es que alguien algún día llegaría a salvarla de aquella soledad oscura en la que vivía.

Al otro lado del mundo se encontraba Gonelth, aterrorizado por las noticias que veía en televisión, en ese momento el periodista dice: " Se pagarán 300 millones de dólares a quien sea capaz de librar de las terribles garras de la soledad del castillo "Curses" a la doncella encerrada.

Gonelth reflexionaba acerca de esta buena, pero peligrosa noticia, después de todo eran 300 millones de dólares. Y es cuando decide junto a su noble dragón emprender una búsqueda al castillo Curses.

24 días demoró Gonelth en encontrar el castillo, cuando logró dar con su paradero. Su cara parece habérsele deformado. El castillo del que todos hablaban no era más que una vieja casa aislada, eso sí, en medio del océano.

-"Pan comido", dijo Gonelth,:" será una tarea fácil".
Lo que él no sabía era que esa vieja casa aislada solo admitía por decisión propia a aquellos caballeros que tuvisen un dragón que fuera capaz de tomarse todo el agua del océano para que la princesa saliera del castillo como una "princesa".

Gonelth, pués, contrató a centenares de dragones, pero solo uno fue capaz de tragarse la mayoría del agua; ese era el suyo.

La princesa felíz de haber sido rescatada por un valiente caballero decide comprometerse con éste, pero Gonelth no la quería, solo lo hizo por la recompensa (ella tampoco lo quería), pero para que el mundo no hablara mal de ellos, Gonelth optó por comprarle el castillo más lujoso y con los dragones más hermosos que se pueda imaginar.
Gonelth se hizo famoso, a nivel mundial. Toda la atención era para él, es así como lo pensó muy bien y pasó el resto de su vida dedicándose a salvar damicelas en peligro.

(Editado y publicado por seba-ediciones y Gonelth-Producciones 2007)

domingo, 20 de mayo de 2007

INBA (Parte 1)

¿Se han preguntado alguna vez que fue ese edificio antes de ser internado?...

Según versiones de propios funcionarios del Internado, el Inba antes de serlo, primero fue un convento de monjas que más tarde pasaría a ser un regimiento.
Corría el año1902, recién muerto el reconocido historiador Don Diego Barros Arana, el gobiero de chile se preguntaba:"¿ y con que honramos el nombre de aquel señor?, ya se me ocurre...al internado nacional pongámosle un apellidito", Es así como pasó recién en el año 1907 a llamarse Internado Nacional Barros Arana.

Con más de 8 héctareas de colegio, áreas verdes, y centenares de salas de clases, este internado recibía con los brazos abiertos a gente que triunfaría más adelante.
De hecho, al Inba solo llegaban internos y no de ahí no más, si no desde Argentina, Perú, Bolivia o del sur y norte de nuesto país.
De aquí salieron grandes personas; diputados, senadores, presidentes de la república, mentes brillantes, y un antipoeta.
(Nélson Ávila, Patricio Alwin, Tomás Vidiella, Nicanor Parra, etc.)

El internado, sufrió la pérdida de grandes terrenos, y de a poco fue acomodándose a su nuevo tamaño.
Durante un tiempo el Inba se vió bastante afectado,cuando se municipalizó, anduvo bajando rendimiento, se deteriorió, empezó a llegar gente que no era interna (nada en contra de eso...yo no soy interno, pero cambia el proyecto) también fue centro de detención en el período de 1973, pero nuevamente se paró y repuntó y día a día trabaja por ser y recuperar lo que alguna vez fue.

El Inba guarda historias, secretos, vibras, recuerdos que solo los que estudiamos ahí lo sabemos.
Existe dentro un espíritu que logra respirarse, algo que dice: "comunidad, hermanos..unámonos"
Aunque suene exagerado, así es y es lo que se quiere pase a ser parte de las proximas generaciones. Porque imagínense...¿qué colegio municipal es tan grande como el de nosotros?, A veces pienso y digo:" tenemos patios enormes, piscina, un laboratorio para cada asignatura, un hall...es que, es el más lindo que he visto en toda mi vida, un patio con palmeras que miden como 20 metros, y lugares que llegan hasta ahí'...pero que si logras entrar te das cuenta que existe otro mundo más allá"

Personalmente, todavía no logro entender qué es lo que en ese colegio nos inculcan que nos hace quererlo tanto. Porque es verdad, a veces uno no quiere ni saber del colegio, que los profes', que nos cambien de curso, que las notas, etc, etc,etc. pero igual lo queremos.

Yo llegué en primero medio, muy tímido, más encima me equivoqué del curso, cuando llegué al Primero I y que por cierto, jamás se me olvidará, fue como entrar en un mundo totalmente diferente al que siempre llevé...

INBA (Parte 2)

Es decir, jamás había ido en un colegio municipal, menos que fuese un internado, nunca había almorzado en el colegio, eso de ir en un curso con puros internos, para mí era una experiencia que había que vivirla.
Pués nos tocó ese día con nuestra señorita jefe, nos hizo entender que sería como nuestra madre desde las 8:00 hasta las 4:15.
Yo ese día no hablé con nadie.
Jamás se me olvidará el momento en el que crucé esa puerta y entré al inba, me sentí grande y hasta importante.
Recuerdo que ese día nos tocó educación física, lenguaje e historia...hubo 3 recreos y en todos salí a conocer el colegio y bueno, en todos me perdí, pero yo decia:" cualquier cosa, hay que salir a matucana", de hecho hasta el día de hoy me pierdo (jajajaj).

Tuvimos que hacer una fila para almorzar, que sin exagerar duró 40 minutos. Comimos Puré con Pollo asado, igual estaba rico.
Casi llego atrasado a clases, pero llegué bien. También ese día conocí la galería del recuerdo y había un periódco abierto que decía "Los Pirómanos del Inba"...que fue cuando se quemó el laboratorio hace muchos muchos años atrás.

Pasaron los días y llega un joven extremamente callado: Francisco, con el tiempo nos fuimos haciendo amigos; yo era amigo del Juan Carlos Y del Diego, fue así como formamos el mejor grupo del curso, no solo por las tareas, sino porque se formaron lazos de amistad muy fuertes.

En segundo llegamos al Patio Siberia, nos recibe el sr. Salazar y nos da la bienvenida para empezar un buen año, etc.
Después de haber estado en primero prácticamente sin inspector...Bueno, nos acostumbramos y salió todo bien.
Con mis amigos nos fuimos haciendo más amigos y es cuando entra un quinto integrante: Sergio, tan buenos amigos nos hicimos, que oportunidad que tenemos como grupo nos juntamos.

Yo no conozo mucha gente que no sea de mi curso, debo conocer a unos 10 ó 15, no más.
Sabíamos todos, que nos separarían según electivo el 2007, con mis amigos lo entendimos y era obvio que la amistad tenía que seguir.
Fue así, entré a tercero, llegué al "D"-Humanista, quedé con el "pancho", juan carlos quedó en el "C"-Biólogo y Sergio en el "H"-Matemático, pues Diego tuvo que retirarse del colegio (igual seguimos siendo amigos)

Hoy en día, que puedo mirar desde afuera mi paso por la generación I, puedo decir que han sido uno de los años más lindos de mi vida y que estos 2 que quedan serán tanto o más lindos.

(Historia editada por seba-ediciones 2007)

viernes, 18 de mayo de 2007

Poema primero

EL hombre es por lo que hace,
por lo que hace y cuando nace,
cuando nace la vergüenza,
cuando hay alguien que no piensa.
cuando las tropas invaden,
cuando matan y si saben.

Cuando hay una persona
con miedo a ese botón,
apretado por un dedo
destruyendo a un corazón.

Un corazón inocente,
razonamiento diferente,
una mente inteligente
rodeada de mil tenientes.

Una isla abandonada,
mil personas fusiladas,
mil aviones militares,
gente muerta en los mares,
apresadas sin razón,
con angustia
y con temor

(cuento editado por seba-ediciones 2004)

@moRobot

Érase una vez un robot, nanorobot que vivía solamente con su madre y su hermana, la madre era una lavadora y la hermana una especie de secador de pelo, solo que un poco más pequeño y con otra forma.

El nanorobot comía solo chips de calidad, es decir, no podía comer solo carburadores, motores o llantas de algún viejo chevrolet.

Un día se encontró con una preciosa plancha a vapor, último modelo, azul con luces verdes, pues le pregunta que cuántas veces le tocaba planchar a la semana, ella amablemente le responde que 5 ó 6 aproximadamente, que dependía del ánimo de la persona que la usaba.

El nanorobot se enamora de esa hermosa plancha y ella de él, pues deciden electrocutarse para poder procrear y así saber que clase de tecnología engendrarían ya que nunca se había visto electrocutarse a una plancha con un robot.

Después de aproximadamente 18 ó 19 planchados, la preciosa plancha da a vapor a su hija, era un control remoto, hermoso; universal, 38 botones, 2 pilas, azul clarito y muy cómodo.

Ya con un hijo, deciden casarse para poder formalizar la relación y comprometerse para toda la vida.

Pues bien, se casaron y la madrina del matrimonio sería la lavadora, madre del Nanorobot.

Estaba tan contenta de ser suegra de una plancha que así se organizaron para vivir felices…Ella lavaba toda la ropa, el secador pues la secaba, y la plancha la planchaba mientras que el nanorobot guardaba.


(Cuento editado por seba-ediciones 2003)

Por una cana

Vivía yo en Metrópolis, a un costado de la carretera Nueva Holanda, en un barrio pequeño y con tradiciones un poco anormales.

Dice la leyenda que desde que los españoles e ingleses lograron conquistar metrópolis, nada es igual.

Los ingleses pedían que por cada padre y madre que tuvieran alguna cana, el reino, entonces, de Metrópolis debiera fusilar a uno de sus hijos y posteriormente a ellos.

Cuando era un niño creí, sin saber esta leyenda, haber soñado que yo era un hombre trabajador, humilde y de pelo blanco (debí haber sido viejo) y estaba casado con una señora con las mismas características mías.

En este sueño me mataban y mis hijos quedaban solos, sin nadie a quien querer. Pero el sueño era extraño, porque yo veía mi muerte y luego iba a visitarme a mi propia tumba. Afortunadamente esos tiempos ya pasaron.

Se habla de que hace muy pocos años una mujer habría botado a su hijo en un pozo, en la plaza 13 de Agosto, cerca de mi casa, porque, según ella, recibía amenazas de los ingleses.

Hace más de 50 años, el rey y la reina de Metrópolis dieron por finalizados estos procedimientos, gracias a la reforma de la constitución, que servían para mantener una población eternamente joven.
La semana pasada llegué a mi escuela, me sienté y el profesor nos entregó un papel que decía “Examen psicológico”, era solamente para ver que podría estar afectando el bajo rendimiento académico de este año.

Pues el psicólogo me encontró bien, pero solicitó me quedase después de clases para una segunda cita y que era solamente para poder probar ciertas inquietudes y sospechas de mí que le aquejaban a él en ese momento.

Toda mi vida me he sentido algo mal por la personalidad que tengo, siempre digo: “mira, aquí nos hospedamos en una oportunidad, ¿se acuerdan?” y mi familia me trata de loco negando aquel comentario...suele sucederme.

Una vez soñé también, el llegar a un camino muy hermoso, que conducía a un cerro en el cual había un tétrico cementerio algo abandonado.

Este sueño se me hizo repetitivo, pero siempre que lo sueño, algo ha cambiado y nunca puedo llegar al cementerio. Siempre quedo afuera.

El psicólogo dice acordarse de mí, pero yo no de él. No sabe específicamente dónde me había visto, pero cree haberme visto unos 2 ó 3 años sucesivamente.

Por fin llegó la hora de aclararle esa inquietud que aquejaba al doctor. Me pidió que me recostara sobre una cómoda camilla. Él mientras tanto lograría hacerme dormir para poder interrogarme.

Cuando desperté, me dijo:” ¡lo Sabía!, creo haber encontrado la respuesta”. Me pidió que lo acompañase en su auto a un lugar que me agradaría mucho.

Lo que casi me “mató” del susto. Iba entrando por aquel camino al cementerio, el de mis sueños, el que creí no existía y que jamás podría llegar hasta allí.

Justo cuando tuve la intención de entrar y ya lo había logrado, me tropecé con un pedazo de cemento mal puesto, todo sucio y gastado. Me senté a sobarme la rodilla, porque me dolía mucho y sentí que algo me molestaba debajo mío; era una gran y antigua A, sí una A, la misma letra con la que empieza mi nombre, pues limpié aquel pedazo de cemento y apareció mi fecha de nacimiento, mi nombre completo y mi fecha de muerte; todas las ideas imaginables se pasaron por mi mente, hasta que lo comprendí.

La tristeza, la confusión, la rabia y el desconcierto no cabían en mí.

El psicólogo me consoló y me explicó de la mejor forma que había muerto hace mucho tiempo, pero no solo morí yo, sino que también él.
Y lo dedujo por sus síntomas iguales a los míos, pues llegó a la terrible pero cierta conclusión de que yo había sido su hijo, al cual fusilaron siendo un niño y que tarde o temprano el destino nos iba a juntar para vivir lo perdido y morir de una forma justa y digna.

Sin oportunidad de despedirme, ni siquiera un segundo de mi familia, me encontraba llorándole a mi tumba.

Jamás pude llegar hasta el cementerio, pero sé que a pesar de haber estado todo este tiempo muerto, pero a la vez lleno de vida, fue porque esa vida quiso que yo aprovechara lo que nunca pude tener.

Me encuentro aún desconcertado y a veces sin saber el por qué, lo único que sé con seguridad es que pude morir de una manera un poco más digna y cuidando desde aquí mi tesoro más preciado…

(Cuento editado por seba-ediciones 2004)