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jueves, 27 de septiembre de 2007

Maniquí

Ciertas cosas comenzaron a cambiar en su vida. La imposibilidad de atraer a alguien se hacía cada vez mayor.

-“Hola padre. Mire, yo se que no he sido una buena católica, pero… necesito que a través de usted, Jesucristo pueda escucharme”. Confesó

Mientras aguardaba sentada en una vetusta banca de madera y tratando de conseguir algo, concluía que quizás debía ella solucionar la complicación.

Aquella tarde, aguardaba tranquila, tratando de no pasar ningún tipo de disgusto.
Creía que, quizás unas vacaciones serían apropiadas.

Planeaba viajar prontamente, sin embargo, algunas visitas nunca antes hechas debía realizar.
El pasaje ya comprado, esperaba pacientemente ser usado.

-“La apariencia quizás es lo que falla” descubrió

Mientras pensaba adquirir luego, mucho ropaje, se preparó para obtenerlo.

-“Pero que bello. ¿Se le verá bien a mi padre?, no creo, pues a estos muñecos todo le queda bien, aunque, admito, esto es más entretenido de lo que imaginé.”-Expresaba.

-“¿Lo crees? Quizás puedas tu decirme ¿podrá vérsele bien a mi padre?” -Interrogaba al muñeco mientras curioseaba.

-“Ustedes los muñecos son bastante especiales. Son seres de otra naturaleza ¿cierto que sí?, Pues creo que no existe alguien en este universo que pueda entenderme. Y tú lo has hecho. He dado con la persona ideal”- eternizaba su monólogo.

-“Esperaré aquí hasta que ningún hombre de azul logre verme. Cuando diga “¡vamos!”, saldrás al lado mío, ¿bueno?
Discúlpame si te ofendí. Si necesitas ayuda, te cargaré para luego encontrar mi automóvil” –Insistía

Lo agarró muy fuerte de los brazos, luego trató de sacarle la ropa que podía caérsele. Por respeto a él no lo desnudó. Salieron pues, por la puerta de enfrente, la más grande. Prodigiosamente logró salir invicta. Su plan había resultado.

Le acomodó el cinturón de seguridad e iniciaron su largo trayecto a casa.

-“No sabía que te gustaba dormir así. Pero puedo pasarte uno de los de mi ex marido. No te molesta ¿cierto?” – Preguntaba ella, tratando de hacerlo sentir cómodamente.

-“Pero que rico poder despertar al lado tuyo. Casi ni te moviste. ¿Traigo desayuno?”- Ofrecía amablemente a su nuevo huésped.

Su felicidad comenzaba progresivamente a cambiar. Su sonrisa lucía. Su apagada mirada se prendía.
El tiempo hizo que ella olvidase sus problemas y claro está, el muñeco también otorgó un grado de responsabilidad.

-“¡Identificación! ¿Para dónde cree que va? Iba a exceso de velocidad. Él… ¿quién es?” Preguntó el policía alterado.

-“Mi marido, oficial. Le juro que íbamos a esta velocidad porque… porque va inconciente y necesitaba con suma urgencia llevarlo a un centro asistencial. Discúlpeme oficial”- Decía la mujer sin ni una facción de nervios.

-“Lo siento mucho señora pero, el muñeco se quedará con nosotros y usted será arrestada provisionalmente”. – Apeló el policía.

-“¡No!, por lo que más quiera, a mi marido no. ¡Por favor!, se lo ruego oficial. A mi marido no”- Imploraba ella, con un semblante totalmente angustiado.

Finalmente aquella noche en el calabozo y después de haber estado todo el día sollozando, se sentó en su lecho en el que comenzó a reflexionar.

-“Puede parecer un poco patética la situación pero, no he conseguido nada en años. Lo único que he logrado tener se fue con otra y con todos mis ahorros. Por fin encuentro la felicidad, la tranquilidad y me suceden estas cosas. ¿Seré yo señor?- Se preguntaba ella.

-“Muy bien señora, usted será puesta a cargo del quinto tribunal de la capital esperando que su situación mejore. Por lo pronto puedo informarle que todo estará bien y que su muñeco fue devuelto a la tienda de donde pacíficamente escapó.


(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)

1 comentario:

Espacial. dijo...

Valla sensibilidad para expresar ideas =)

Saludos.
Ale.,