Su casa es enorme, tiene el mejor auto del condominio, tiene 5 empleadas, tiene un plasma en el baño y ya puede conducir, su nombre es Emilio.
Nunca en mi vida había visto a un sujeto tan desagradable y que viviera de esa manera.
Podía derramársele jugo en el pecho, podía caérsele la comida y podía tener moscas en su dormitorio y no se inmutaba, pero igual era mi amigo.
Un día caminábamos en dirección a nuestro colegio, vimos un cartel en la muralla de una casa que decía: “Se ofrece fama por dinero, llame al número que aparece a un costado y contáctese con uno de nuestros ejecutivos”
La promoción era graciosa, pues Emilio atinó a escribir todos los datos para llamar más tarde; su único interés era conseguir fama a como de lugar, que después de todo era lo único que no tenía.
Yo le dije:- “Emilio, debes tener cuidado con estos anuncios, no sabes quien los hace y de que se trata”.
–“No te preocupes, para eso llamaré esta tarde”- me dijo.
Pasaron 3 semanas y llegó al colegio con una importante noticia que quería contarme pero con la condición de que no me burlara ni lo juzgara. Pues accedí.
Emilio comenzó su relato:
Lo que sucede es que… ¿Recuerdas ese anuncio que prometía fama a cambio de dinero, aquel cartel que estaba en la muralla de una casa?
-“Sí, lo recuerdo. ¿Qué pasa con eso?- Le dije
-“Sucede que esa tarde después de llamarles, llegué a una de sus oficinas, me recibió una anciana de mala apariencia y feo olor. Me hizo pasar a una sala que solo tenía una silla la cual estaba a un lado de una gran maceta.
De repente entró un hombre vestido de negro, tenía una gran barba de color rojo, me saludó y me preguntó si venía para conseguir fama o si andaba en busca de otro servicio. Yo le respondí que si, que me inten´ción era la de poder obtener fama.
En un acto muy rápido registró mi bolso, abrió mi billetera, sacó mi chequera, mis tarjetas y con la anciana arrancaron por la puerta principal.
Yo me sentí muy mal, no sabía que explicación les daría a mis padres, sin embargo, me sentía aliviado de que no me hubiese pasado nada peor.
Salí con miedo arrancando de esa vieja y sucia casa. La puerta estaba cerrada, seguí corriendo por las escaleras para ver si había una ventana en el segundo piso por la cual podría escapar. De pronto fuego empezó a salir de las murallas y veo que al final de un oscuro pasillo había una larga escalera. Mis manos ya estaban quemadas. Seguí corriendo y salté por aquella ventana, mis dos piernas se quebraron, y perdí todo el dinero que traía en mis bolsillos. Cuando caí me pegué en la cabeza y de ahí no me acuerdo hasta que al otro día amanecí y corrí nuevamente en dirección a un kiosco cercano para pedir ayuda. El hombre que atendía me dijo en voz alta:- “¡Pero hombre!...usted es el del periódico, que mala suerte”. En ese momento mucha gente comenzó a acercarse hacia el kiosco, solo para verme. Yo aún no entendía el por qué de todo y le exigí una explicación al señor que atendía. Y él con mucha prestancia me dijo: “Pero joven, vea este titular”.
El titular del periódico decía: “EL JOVEN QUE DESAFIÓ A LA MUERTE”
Todos en un acto muy poco ubicado, me pidieron un autógrafo. Yo no supe que hacer, tomé el primer taxi que pasó. El conductor me dijo: “¿Hasta dónde lo llevo don Emilio?”
-“¿Cómo sabe mi nombre?”- Le pregunté
-“Pues es portada de todos los periódicos” respondió
Y Pensé…Yo pagué por esto, conseguí lo que quería, obtuve cuanta fama pude pensar.
Estas 3 semanas estuve reposando en mi casa, mis manos ya están bien, solo estoy esperando que mis piernas mejoren”
-“Es decir, todo esto te pasó ¡por querer conseguir fama!, por lo menos te servirá de lección Joven que desafió a la muerte , ahora lo tienes todo ¿contento?”...-Le dije.
(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2007)
jueves, 19 de julio de 2007
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