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miércoles, 27 de junio de 2007

La casa de los dedos

Era la víspera de navidad. Toda mi familia se hacía el tiempo y el ánimo para llenar sus casas de regalos un año más. Ese 24 de Diciembre recuerdo que habían alrededor de 40 personas en mi casa, se bajaban de sus autos todos con bolsas y bolsas de regalos. Mis padres ya me habían adelantado mi regalo; una cámara filmadora.
Llegó la hora de abrirlos. No había ni un regalo para mí. Dieron las 4:00 de la Madrugada, había que despedirse de los invitados. No se si fue rabia o un poco de extrañeza lo que sentí, pero siempre quedo sin regalos. Este año de verdad no me importó.
Se cerró por fin la puerta. Iba camino a mi dormitorio dispuesto y decidido a no saber nada más hasta el otro día y de repente suena algo detrás de mí. Era una carta. Pasó bajo la puerta. Me devolví para ver quien podría haber sido. Tenía tanto sueño, que omití esa parte, como no ví a nadie, seguí mi camino, eso si con la carta en la mano.
Al otro día sonó la alarma de mi despertador a las 11:00 de la mañana, me levanté, hice todo lo que tuve que hacer. Estaba en busca de mi reloj, hasta que veo la carta tirada en la alfombra. Cierro con seguro la puerta de mi alcoba. La carta estaba dirigida hacia mí, le rompí un costado, saqué la carta de su sobre.
Ésta decía:

Estimado señor:
Feliz navidad. Esperamos que lo haya pasado muy bien junto a sus 40 invitados. Y como sabemos que como todos los años, éste, una vez más no recibió regalo, tenemos el agrado de invitarlo a usted y solamente a usted sin previo aviso a sus padres, a un día de entretención a “La casona de los Blanco”.
-“¡guau!”, dije yo, la casona de los Blanco, pero que experiencia más entretenida será visitarle. Dicen que está embrujada, pero esto no tiene remitente…que extraño.

Pues bien, dejé la carta en mi escritorio y así partí en la fecha que indicaba la carta, hacia la Casona de los Blanco. Creo que es una de las pocas construcciones gigantes que he visto en mi vida.

Una tétrica y abandonada reja de fierro cuyo sello eran 2 “B”, traté de abrirla, a la fuerza y logré abrirla. Caminé por un largo sendero tratando de llegar hasta la puerta principal de la casa. La puerta como en la películas se abrió sola. Pensaba yo que era una broma de alguien desocupado. Lo primero que vi, porque estaba en la entrada, fue una escalera gigante con 2 caminos: izquierda y derecha. De madera entera y llena de telarañas. Arriba de ella una larga y lujosa lámpara de vidrio. Todo estaba tan abandonado, que con los años se tornó en un lugar tétrico y que dió pauta para que el pueblo inventara historias.
Caminé mucho rato dentro de la casa, tuve mucho susto, pero sabía que alguien me estaba esperando, porque alguien me había invitado.
Me introduje en una pequeña y sucia habitación, en ese lugar había sillas, muebles, platos, vestidos, macetas y un peculiar toca discos. Traté de hacerlo funcionar, pues no hubo caso. En él estaba escrito: Quality sound. Uno de los discos era muy antiguo, como la música que escuchaba mi bisabuela. Estaba quebrado en una parte. Yo andaba con cinta adhesiva y lo pegué. Cuando salí de ese cuartito nada era igual, es decir, un poco, pero cambiado. Todo estaba como nuevo, y sonaba música de ese disco, pero el disco lo tenía yo. Había mucha gente, la vestimenta de ellos me era un tanto anacrónica, como de los años 20’ más o menos.
Una señora que me vio me preguntó: “¿Qué haces ahí hijo?”, párate y disfruta esta fiesta de Bienvenida y despedida.
-“¿Pero bienvenida de quién?”-pregunté aún desconcertado

- “¡Pues de Jack!”. Me respondió ella con amabilidad.

Traté de comprender lo que sucedía y pensé que podría ser entretenido si era lo que yo pensaba. Alguien abrió la puerta. Todo el mundo estaba recibiendo a la persona que había llegado. Era un hombre, de cabello corto, vestido como soldado y con un gran bolso en uno de sus hombros. Lo recibió amorosamente una joven quien le dio un beso y lo invitó directo hacia su dormitorio en el tercer piso; se llamaba lisa y eran novios.

Una de las jóvenes me miraba mucho, pues no le tomé mayor importancia en ese momento.

Me acerqué nuevamente a la señora y le pregunté que a quién despedían.
Ella me dijo: “¿Estás invitado?

Yo mentí y le dije que por supuesto, solamente para saber lo que ocurría.

-“¿Qué no sabes que se organizó esta fiesta para despedirnos todos?, estamos en guerra, ¿recuerdas?, nos matarán. Hay que abandonar esta vida lo más alegre posible. Pero ven, que ya va a empezar la función de piano que dará jack para nosotros.”- Me dijo ella.

Jack tenía mucho talento, tocó melodías que jamás en mi vida había escuchado. La función estaba siendo un éxito. Al lado mío se puso esa joven que rato atrás me miraba con atención sin despegar su mirada de mi.

-“Quería agradecerte por todo. Si no hubiera sido por ti, quizás este momento no habría pasado nunca, por fin pude escuchar la sorpresa que nos tenía Jack, de verdad, muchas gracias”-Me dijo la joven muchacha.

Yo sin muchas palabras le dije que no me tenía que agradecer a mi, porque nada había hecho.

En ese momento una tropa de uniformados irrumpen en la casona armando un gran revuelo dentro de ella.

Al primero que vieron fue a Jack, quien seguía tocando el piano. Sus dedos fueron brutalmente arrancados y lanzados al aire. A todos desalojarían, pero en un abrir y cerrar de ojos vi que estaba yo solo con el disco en la mano parado en medio del salón.

Ya más extraña la situación no podía haber sido, por lo que salí arrancando. Corrí mucho hasta que llegué por fin a mi casa.

Aún desconcertado, extrañado y aterrorizado traté de reflexionar sobre lo sucedido.
El sobre de la carta ya no estaba en mi escritorio. No entendía lo que sucedía.
Llegué a la conclusión de que había sido yo el responsable de todo, como lo decía la joven muchacha, quizás eso pasó antes de la sorpresa de Jack, quizás necesitaban oírlo para morir en paz y todo porque reparé ese viejo disco. ¿Qué fue todo lo que ocurrió?, todavía no lo tengo muy claro,ni tengo una respuesta segura, pero entiendo por qué se llama “La casa de los dedos”... por los dedos de Jack.
En fin, creo que ayudé a que su fin fuese lo que ellos querían que resultase.

(Escrito, editado y publicado por seba-ediciones 2007)

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