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domingo, 8 de junio de 2008

Puente Keysi

¿Rodrigo? ¿No durmió aquí Rodrigo?; que irresponsabilidad Dios mío.

¿Alguien sabe dónde puedo ubicarlo?

- “Hola, buenas noches, busco a Rodrigo Vicuña ¿Estará él en su casa?

¿No? no, no, no se preocupe, un millón de gracias, hasta luego”

Claramente Eugenia, la madre de Rodrigo mantenía una clara molestia con éste al no existir aviso alguno acerca de su ausencia. Según Eugenia, Rodrigo era un joven inteligente, tenía novia y un excelente promedio de calificaciones en su universidad.

Aparentemente, Rodrigo era un chico normal.

Últimamente, según Eugenia, visitaba iglesias, cementerios y en especial un lugar que le acarreaba recuerdos de su infancia, en especial, de una hermana que él inventó.

Es en esta parte donde quizás pueda detenerse el problema de Rodrigo.

Lucía fue el nombre de la niña imaginaria. Era esta niña quien entregó alegría a la vida del Joven Rodrigo; una vez que él no pudo seguir prolongando la existencia de su imaginaria hermana, debió inventarle un final; final que trajo consigo ciertos perjuicios mentales a Rodrigo.

- “Me aburro, me angustio. Necesito caminar y tratar de echar a volar un sentimiento de culpa por no haber inventado otro fin para mi hermana Lucía. Espero me perdone. Aguardo salvación. Espero libertad”

Fueron palabras de Rodrigo en una situación de soledad, de necesidad por conversar.

Fue así como llegó caminando, con un dolor en la rodilla, hasta el puente Keysi; allí se sentó, miró el río y reflexionó durante 3 largas horas. Una melodía de chopin sonaba en su cerebro, pues pensó que poseía la facultad de imaginar y a la vez de borrar.

Era un niño nuevamente: “Lucía ¿Te diviertes? Toma asiento ¿Cómo has estado? ¿Recuerdas este puente? ¿Lucía?”

Era imposible imaginarla, Lucía había muerto y con ella todos los recuerdos que Rodrigo guardaba.

-“Hola, busco a Rodrigo Vicuña ¿Está él en este momento en su hogar? muy bien, no importa, se lo agradezco mucho, adiós”

Era la desesperada búsqueda de la madre del joven, quien tuvo que recurrir a revisar antiguos cuadernillos de su hijo para poder encontrar una clave, una señal.

Fue una oportuna ocurrencia, ya que ahí encontró muchas hojas con dibujos; todos señalaban una dirección y una evidente descripción. Era un puente, el Puente Keysi.

No tardó mucho en pensar su decisión y fue hasta aquel lugar; encerrada en su auto, con una lágrima permanente pegada en su mejilla.

Pese a todo, logró llegar hasta el puente. Su vista se nubló, pero su mente arrojaba recuerdos positivos y negativos, en ese momento se entrecruzaron imágenes de discusiones, ofensas y problemas que alguna vez tuvo con su hijo.

¿Por qué la novia de Rodrigo no estaba preocupada? o ¿Por qué nadie se acercaba a ella? no lograba explicárselo; bastó entonces correr y buscar a su hijo , pero éste no estaba.

La madre del joven Rodrigo estaba confundida y apenada, miró hacia abajo y no encontró nada ¿Acaso el río se lo habría llevado? ¿Pero cómo? Entonces buscó su auto, que ya no estaba, miró hacia atrás y nada había, solo se encontraba buscando amargamente a alguien que nunca existió.



(Historia escrita, editada y publicada por seba-ediciones 2008)

1 comentario:

r dijo...

y ahora ando de protagonista de relatos...